Colombia
El mandatario que donaba el 90% de su sueldo y vivía en una granja falleció a los 89 años. ¿Podrías vivir como él si tuvieras poder? Te contamos cómo lo hacía.
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Por: Equipo de redacción
José 'Pepe' Mujica, expresidente de Uruguay, falleció el 13 de mayo a los 89 años. Su legado trasciende la política: fue un símbolo de coherencia y austeridad que rechazaba los lujos del poder. Su filosofía de vida, centrada en la libertad y la simplicidad, lo convirtió en una figura global.
Mujica rechazó la residencia presidencial y vivió en su modesta chacra en Rincón del Cerro, a las afueras de Montevideo. La vivienda, rodeada de cultivos, reflejaba su conexión con la tierra. Allí, junto a su esposa Lucía Topolansky, cultivaba flores y atendía tareas rurales.
La casa, sin lujos, fue escenario de numerosas entrevistas internacionales. Su perra Manuela, con tres patas, se volvió un símbolo de su vida cotidiana. Mujica defendió su elección: “Vivir mejor no es sólo tener más, sino también ser más feliz”.
Manejó un Volkswagen Beetle modelo 1987, valorado en menos de $2,000 dólares. El auto, azul y oxidado, era parte de su rechazo al consumismo. “No soy pobre, soy sobrio, liviano de equipaje, vivir con lo justo para que las cosas no me roben la libertad”, decía.
El líder uruguayo conducía este vehículo con orgullo, porque se trataba de un obsequio especial. Por eso, cuando un jeque le ofreció un millón de dólares por comprárselo, él rechazó la oferta: temía que quienes le hicieron el regalo se sintieran desairados.
A diferencia de la mayoría de presidentes latinoamericanos, que tienen esquemas de seguridad robustos para manejar los riesgos de la violencia política, a Mujica le incomodaba el trato de persona protegida: en la medida de lo posible, procuraba zafar de los protocolos, acercarse directamente a los ciudadanos y circular sin escoltas.
Por lo general, solamente dos policías custodiaban su chacra. En 2011, como un ciudadano cualquiera, repartió volantes contra la violencia de género en las calles de Montevideo. En 2012, fue filmado comiendo en un restaurante sencillo de Carmelo, sin escoltas.
Para Mujica, que durante 14 años fue encarcelado sin un juicio justo o condiciones dignas, la máxima riqueza era tener tiempo libre: un espacio cada día para dedicarlo a las cosas que le motivaban personalmente. Para él, eso no era posible al llenarse de gastos materiales y perder la libertad para cumplirlos.
Él comprendía que el tiempo es dinero: "cuando usted compra algo, no lo compra con plata, lo compra con el tiempo de su vida que tuvo que gastar para tener esa plata. Se es libre cuando uno tiene tiempo libre para hacer con su vida lo que se le canta", explicó. En su caso, sus horas libres se dividían entre su huerta y los paseos con su perra.
Mujica donaba el 90% de su sueldo presidencial (unos $12,000 dólares mensuales) a organizaciones sociales. Vivía con menos del 10%, equivalente al salario mínimo uruguayo. En su declaración de bienes solo aparecía su terreno, tres tractores y dos carros Volkswagen.
"Yo no soy presidente pobre. Pobres son los que tienen más, a los que no les alcanza nada. Ésos son los que son pobres, porque se meten en una carrera infinita, entonces no les va a dar el tiempo, ni la vida ni nada. No, yo tomo la austeridad como camino de vida, el renunciamiento; liviano de equipaje para tener tiempo para hacer lo que a mí me gusta”", afirmó en una célebre entrevista a la BBC.
Su decisión generó admiración global, pero también críticas por "populismo y demagogia" desde la oposición uruguaya.
Mujica veía el consumismo como una trampa: “hemos sacrificado los viejos dioses inmateriales y ocupamos el templo con el ‘dios mercado’. Él nos organiza la economía, la política, los hábitos, la vida, y hasta nos financia en cuotas y tarjetas la apariencia de felicidad. Parecería que hemos nacido sólo para consumir y consumir, y cuando no podemos, cargamos con la frustración, la pobreza y hasta la autoexclusión”.
Aunque en sus años de presidencia la gente adquirió mayor poder adquisitivo —y, de hecho, compraba más cosas—, a Mujica le importaba "ser coherente con lo que piensa, todos los días del año y todos los años de la vida”.
Pepe Mujica dejó un legado único: demostró que el poder no requiere ostentación. Su vida austera, arraigada en sus ideales jóvenes, desafió las convenciones políticas. Más que un presidente, fue un filósofo práctico. Su ejemplo perdura como un llamado a vivir con menos y ser más.