Colombia
El pontífice falleció el lunes 21 de abril, tras una vida dedicada a la humildad y el servicio. Sus últimos días estuvieron marcados por su determinación de celebrar la Semana Santa junto a su comunidad, a pesar de las recomendaciones médicas.
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Por: Erika Mesa Díaz
Creativa Digital
El papa Francisco, quien tenía 88 años, enfrentó graves problemas de salud en sus últimos meses, incluida una neumonía bilateral que lo mantuvo hospitalizado por 38 días. A pesar de las advertencias de sus médicos, Francisco insistió en participar en las celebraciones de Pascua.
Su última aparición pública, el Domingo de Resurrección, un día antes de fallecer, fue un emotivo adiós que conmovió al mundo. Este es un resumen de sus últimos días.
Después de ser dado de alta el 23 de marzo, los médicos le prescribieron dos meses de reposo absoluto. Sin embargo, Francisco retomó actividades limitadas: recibía visitas y trabajaba desde su residencia en la Casa Santa Marta.
Su agenda incluyó encuentros con líderes como el rey Carlos III de Inglaterra y el vicepresidente estadounidense JD Vance. Aunque su voz era débil y su rostro mostraba signos de fatiga, su lucidez y convicción permanecieron intactas. "El reposo absoluto no cura", dijo el cardenal Czerny para defender la decisión del Papa de mantenerse activo.
El 13 de abril, sorprendió al aparecer en el balcón de San Pedro para la misa de Domingo de Ramos, donde bendijo a una multitud de 20.000 personas. Además, transportado en su silla de ruedas, se acercó a saludar a feligreses y religiosos con su carisma distintivo.
El Jueves Santo, Francisco visitó la cárcel Regina Coeli, donde pasó 30 minutos con los reclusos. Aunque no pudo lavarles los pies como en años anteriores, les aseguró: "Este año no puedo hacerlo, pero quiero estar cerca de ustedes". Esa misma tarde, respondió a una periodista: "Vivo esta Pascua como puedo", una frase que resonó como un testimonio de su entrega.
El Domingo de Resurrección, el Papa apareció en el balcón de San Pedro para impartir la bendición Urbi et Orbi. Con voz entrecortada, deseó "Feliz Pascua" a los 35.000 presentes, antes de recorrer la plaza en el papamóvil para bendecir a niños y fieles. Fue su última imagen pública.
Horas antes, había recibido al vicepresidente Vance, quien luego describió el encuentro como "conmovedor, a pesar de su evidente debilidad". Esa noche, el Papa llamó a una parroquia en Gaza para bendecir a sus fieles, cerrando su vida con el mismo mensaje de compasión que definió su papado.
En la madrugada del 21 de abril, Francisco sufrió un derrame cerebral seguido de un paro cardíaco irreversible. Falleció a las 7:35 a.m. en la Casa Santa Marta, rodeado de sus colaboradores más cercanos. El Vaticano confirmó que su muerte fue consecuencia un ictus, seguido de una falla cardiaca irreversible.
Aunque su salud frágil generó especulaciones sobre una posible renuncia, Francisco siempre dejó claro que serviría "hasta que Dios lo decidiera". Su biógrafo Austen Ivereigh destacó que el Papa era "un maestro del timing", eligiendo morir en Pascua, símbolo de resurrección.
El cardenal Farrell recordó sus propias palabras: "Murió con el olor de las ovejas", refiriéndose a su deseo de estar entre la gente hasta el final. Su testamento fue su vida: un llamado a la paz, la justicia y la misericordia.
El papa Francisco partió como vivió: con humildad y entrega. Sus últimos días fueron un acto de amor hacia la Iglesia y los más vulnerables, sellando un legado que trascenderá su muerte. Mientras el mundo llora su partida, su mensaje de esperanza sigue vivo.