Colombia
Tras el fallecimiento del papa Francisco, ocurrido el 21 de abril, el arzobispo de Bogotá emerge como el único representante del país con posibilidad de participar en el cónclave para elegir al nuevo pontífice. Detalles de su vida y trayectoria.
Publicado:
Por: Erika Mesa Díaz
Creativa Digital
Luis José Rueda Aparicio, arzobispo de Bogotá y expresidente de la Conferencia Episcopal de Colombia, es hoy un nombre resonante en el escenario eclesial global. Su vida, dedicada al servicio pastoral y a la promoción de la reconciliación, lo posiciona como un candidato con cualidades excepcionales para asumir el liderazgo de la Iglesia.
Aunque él mismo ha descartado públicamente cualquier pretensión personal de reemplazar al papa Francisco, fallecido el lunes 21 de abril a los 88 años, el perfil de Rueda lo mantiene en la lista de posibles sucesores.
Colombia cuenta con tres cardenales, pero solo Rueda, de 63 años, cumple con el requisito de tener menos de 80 años para votar y ser elegido en el cónclave. Sus colegas, Rubén Salazar Gómez y Jorge Enrique Jiménez Carvajal, superan esta edad, lo que convierte a Rueda en el único colombiano con opciones reales. Su nombramiento como cardenal en 2023 por el papa Francisco refleja la confianza que despierta en la curia romana.
Además, su labor en diócesis complejas como Montelíbano y Popayán, sumada a su actual liderazgo en Bogotá, demuestra su capacidad para manejar desafíos pastorales y sociales. Su enfoque en la reconciliación y la justicia social alinea su perfil con el legado de Francisco.
Nacido en San Gil (Santander) el 3 de marzo de 1962, Rueda creció en una familia humilde y trabajadora. Fue el décimo de once hermanos y desde niño colaboró en labores como la carpintería y la construcción para ayudar al sustento familiar. Su educación primaria y secundaria transcurrió en su tierra natal, donde también descubrió su vocación religiosa.
Antes de ingresar al seminario, ingresó —y fue posteriormente "rescatado" por su mamá— al servicio militar. También trabajó en la fábrica Cementos Hércules y en una emisora local, experiencias que forjaron su carácter cercano al pueblo. En 1983 inició sus estudios de Filosofía en el Seminario Conciliar de San Gil, con lo cual inició su camino eclesiástico.
Ordenado sacerdote en 1989, Rueda ejerció como párroco en municipios como Albania y Curití antes de especializarse en Teología Moral en Roma. Su labor como formador en el seminario y su servicio en zonas rurales destacaron su compromiso con las comunidades más vulnerables. En 2012, fue nombrado obispo de Montelíbano, donde promovió diálogos de paz en medio del conflicto armado.
Posteriormente, como arzobispo de Popayán (2018) y Bogotá (2020), impulsó proyectos sociales y pastorales, enfatizando la sinodalidad y la atención a migrantes y víctimas. Su elección como presidente de la Conferencia Episcopal, para el periodo 2021-2024, consolidó su liderazgo nacional.
En entrevista con la revista Semana, Rueda calificó al papa Francisco como "un hermano y un padre", de quien destacó su legado de esperanza y misericordia. "Nos deja un mensaje de reconciliación que Colombia debe abrazar", afirmó. Durante la rueda de prensa de la Arquidiócesis de Bogotá, invitó a orar por el pontífice y anunció tres eucaristías en su honor.
Sobre el cónclave, Rueda pidió confiar en el Espíritu Santo: "Humanamente tenemos una visión corta, pero la Iglesia es conducida por Dios".
En sus propias palabras, Rueda ha hablado al respecto: "Descarto totalmente mi nombre. Conozco mis fragilidades y la Iglesia necesita un perfil distinto al mío". Además, expresó su deseo por seguir cumpliendo sus labores en Bogotá.
Sin embargo, su humildad y trayectoria lo mantienen en la lista de papables. En entrevistas, Rueda ha reconocidó que aceptaría el cargo si es elegido: "Estoy dispuesto a dar mi vida por Cristo y la Iglesia". Su conexión con Francisco, su enfoque pastoral y su capacidad de diálogo son atributos que podrían inclinar la balanza a su favor en un cónclave dividido entre continuidad y cambio.
El cónclave reunirá a cardenales de todo el mundo, con perfiles variados:
Matteo Zuppi (Italia, 69 años): Arzobispo de Bolonia y presidente de la Conferencia Episcopal Italiana. Se le considera un progresista cercano a los más pobres y a la paz.
Luis Antonio Tagle (Filipinas, 67 años): Exarzobispo de Manila y figura clave en la evangelización. Muy querido por su estilo pastoral cercano e inclusivo.
Peter Turkson (Ghana, 76 años): Con fuerte sensibilidad social y ambiental, podría representar el rostro de una Iglesia global y moderna.
Fridolin Ambongo (Congo, 65 años): Considerado un líder moral en África, tiene experiencia en diálogo interreligioso y justicia social.
Jean-Marc Aveline (Argelia, 66 años): De origen argelino y naturalizado francés, destaca por su enfoque en el diálogo con el islam y su teología integradora.
Pietro Parolin (Italia, 70 años): Secretario de Estado del Vaticano, figura influyente y diplomático experimentado.
Willem Eijk (Países Bajos, 71 años): Arzobispo de Utrecht, conocido por su línea tradicionalista en moral sexual y doctrina. ** Peter Erdő (Hungría, 72 años):** Conservador, fuerte en temas de bioética y familia.
Malcolm Ranjith (Sri Lanka, 76 años): Conocido por su defensa de la liturgia tradicional. ** Raymond Leo Burke (EE. UU., 76 años):** Uno de los críticos más abiertos del papa Francisco, símbolo del ala ultraconservadora.
Robert Sarah (Guinea, 79 años): Figura conservadora, aunque probablemente fuera de la contienda por su edad.
Pierbattista Pizzaballa (Italia, 59 años): Patriarca latino de Jerusalén, joven en términos de papabilidad, pero creciente en protagonismo.
Anders Arborelius (Suecia, 75 años): El primer cardenal escandinavo, valioso por su perfil ecuménico y apertura al diálogo.
Charles Maung Bo (Myanmar, 76 años): Experto en defensa de derechos humanos en contextos autoritarios.
La elección dependerá del equilibrio entre reforma y tradición, en un contexto de desafíos como la secularización y los escándalos internos.
Luis José Rueda Aparicio representa no solo una opción viable para el papado, sino también el rostro de una Iglesia latinoamericana comprometida con los pobres y la paz. Su vida, marcada por la sencillez y el servicio, refleja los valores que el papa Francisco promovió. Aunque el cónclave es impredecible, Colombia ya hace historia con su sola participación.