Colombia
En entrevista exclusiva con Olímpica Stéreo, Silvestre Dangond y Juancho de la Espriella hablaron sin filtros sobre su regreso y nueva etapa.
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Por: María Paula Vargas Rodríguez
Creativa Digital
Por fin están de vuelta. Después de más de una década de distancia, Silvestre Dangond y Juancho de la Espriella vuelven a compartir tarima, música y memoria. Lo hacen con la energía del primer día, pero con la madurez que solo el tiempo y el dolor pueden otorgar. En conversación con Favier Ávila para Olímpica Stereo, los artistas abrieron su alma sobre el último baile, su nueva producción, y ese vínculo indestructible que ni el silencio logró romper.
"Yo no sé si definirlo como el último baile de todos los bailes, de todas las generaciones, de todas las cosas", soltó Silvestre entre risas. Pero detrás de ese tono festivo, había mucho que contar.
Favier no tardó en preguntar por lo que muchos querían saber: ¿por qué se separaron? Y Silvestre, sin rodeos, fue directo al alma del asunto:
Fue un desgaste emocional. Nos faltó sincerarnos. Nunca nos dijimos la verdad y preferimos callar. Pero si alguien me acompañó en mis locuras, fue Juancho, confesó el urumitero.
No fue la música ni los egos, dijo. Fue el silencio. "Yo hice la fama y en la fama hice locuras. Y él estaba ahí", recordó, como si cada palabra limpiara un poco más las heridas.
En medio del renacer artístico, lanzan "Un par de malcriados", un álbum que, como los mejores capítulos de la vida, tiene gritos escondidos y confesiones a quemarropa. Silvestre lo explicó así:
Siempre hay un grito guardado cada vez que me meto en un estudio. Si yo supiera que me voy a morir mañana, volvió mi propia historia.
Uno de esos gritos es "El dolor de cabeza", canción que nació en una época de turbulencia emocional y profesional, pero que hoy es una joya que brilla con más fuerza:
Desde que comenzamos el proceso, siempre tuvimos en mente 'El dolor de cabeza'. Hoy es una ficha fundamental del Último Baile, reveló Juancho.
Y Silvestre lo complementó: “Es una canción para el parque, para los estadios. Es muy emocionante lo que va a pasar con ella”.
La conversación también tocó una verdad que muchos fans perciben pero pocos expresan: la transformación de Silvestre no es solo estética, es espiritual.
“El pelado que ve al Silvestre flaquito no conoció al gordito que cantaba eso. Es una renovación del silvestrismo”, señaló Favier, mientras Silvestre afirmaba que su vida ha sido una lucha constante, pero valiosa: “Nos morimos en vida cuando nos desconectamos del corazón, y si algo tengo claro, es que Juancho y yo estamos conectados con el corazón”.
Ambos coincidieron en que sin el apoyo de sus esposas, este reencuentro no sería posible:
“Mi esposa no me pregunta cosas superficiales. Me pregunta cómo vi a Juancho, cómo me sentí. Es una pieza fundamental en este proceso, dijo Silvestre.
Juancho fue aún más profundo:
Si mi esposa no existiera, yo no estuviera donde estoy. Ella se emocionó con esta nueva etapa. No solo nos une la música, también la familia.
La gira de El Último Baile promete ser un hito en la historia del vallenato moderno. Inicia el 30 de agosto en el Campín de Bogotá y sigue el 20 de septiembre en el Metropolitano de Barranquilla, un estadio al que nunca habían llegado juntos. Después vendrán ciudades como Medellín, Cartagena, Bucaramanga, Cali, Santa Marta y muchas más.
Con maleta de colegiala, libreta, cartuchera y gorra de Olímpica en mano, el reencuentro entre Silvestre y Juancho es más que una gira: es una reconciliación pública, artística y emocional que no solo cierra ciclos, sino que abre otros, más sinceros, más humanos y, sobre todo, más conectados con el corazón.