Colombia
Los sabores ancestrales de la tierra y el mar convergen en la mesa samaria, en un quinto centenario que impulsa la innovación culinaria.
Publicado:
Por: Juan Manuel Arias Montenegro
Creativo Digital
Cinco siglos después de su fundación, Santa Marta celebra su quinto centenario destacando el papel central de la gastronomía en la construcción de su identidad.
Los fogones samarios han recreado a lo largo de los años la memoria viva de un crisol de culturas, pues gracias a la influencia de los pueblos indígenas, la herencia de la colonización española y los aportes afrodescendientes se transformaron los ingredientes locales en una cocina mestiza que encarna adaptación, resiliencia e integración.
El legado indígena se mantiene en ingredientes esenciales como el maíz, la yuca, los frijoles y el ají dulce, aunque con la llegada de los españoles, nuevos productos como el trigo, el cerdo, el arroz y diversas especias enriquecieron las mesas samarias.
El arribo forzado de africanos añadió técnicas como el ahumado, fritura profunda y cocción lenta, además de incorporar alimentos como el plátano, el ñame y el guineo verde.
Migraciones posteriores, como la sirio-libanesa, introdujeron especias y recetas que se adaptaron a la oferta regional, abriendo paso a fusiones como el kibbeh caribeño.
La gastronomía de Santa Marta es, por tanto, reflejo de una historia de encuentros, en el que cada plato narra estrategias de aprovechamiento comunitario y la transmisión intergeneracional del saber culinario.
Cinco ingredientes resumen la esencia de la cocina local: el pescado, el corozo, la yuca, el camarón y el guineo verde.
El mar Caribe provee mojarra, pargo y bonito, base de recetas tradicionales como el arroz de bonito o el escabeche de pescado, mientras que el corozo, pequeño fruto rojo, protagoniza bebidas y postres con su característico sabor agridulce.
La yuca, de origen precolombino, continúa presente en carimañolas, chicharrón o enyucado y los camarones reiteran la conexión marítima y protagonizan los tostones, ceviches y arroces.
Por otro lado, el guineo verde, pilar de la Zona Bananera desde el siglo XX, da vida al cayeye y acompaña múltiples recetas.
Estos productos, combinados con creatividad, mantienen viva la memoria ambiental, económica y cultural de la ciudad, adaptándose con ingenio a cada etapa de su historia.
La mesa samaria revela una variedad de platos emblemáticos, dado que destaca la arepa de huevo, masa de maíz frita y rellena de huevo, considerada un ícono del Caribe colombiano y presente en negocios familiares con largas trayectorias.
El cayeye, puré de guineo verde acompañado de hogao y queso costeño, ha pasado de alimento rural a destacado platillo gourmet y el pescado frito con patacón ejemplifica la sencillez y frescura de la dieta marinera.
El cóctel de camarón, el arroz con coco y la cocada configuran un abanico culinario cuyo secreto radica en la calidad de los ingredientes y la memoria de las cocineras.
Los "fritos" y las tajadas de guineo verde sirven como nexo entre tradición y practicidad, al alcance de todos en las calles y mercados de la ciudad, por lo que en Santa Marta, la comida es, ante todo, identidad compartida.
En Santa Marta, la gastronomía cumple un rol vital más allá de lo alimentario, pues es un archivo vivo de memorias, saberes y estructuras sociales transmitidos en patios y cocinas, en las que las técnicas, los secretos y el sabor se perpetúan oralmente.
La preparación de las recetas refuerza lazos familiares y comunitarios, y la participación de la cocina en fiestas tradicionales, como el Día de las Velitas, reafirma su valor ritual y social.
En los últimos años, una nueva generación de chefs y restaurantes samarios ha impulsado la cocina local hacia la innovación, combinando técnicas contemporáneas con ingredientes regionales.
Propuestas como el risotto de lisa, el majao de yuca o la reinterpretación gourmet del cayeye ilustran la vitalidad de la escena culinaria.
Espacios como Oliva, Donde Chucho y Josefina han destacado en premios nacionales, mientras que figuras como la chef Patricia Díaz ayudan a formar nuevos talentos y difundir la cultura gastronómica local.
Santa Marta está consolidando un ciclo de reconocimiento y visibilidad que fomenta el turismo, la reactivación económica y la reinterpretación constante de sus raíces.