Colombia
Conciertos, arte, barrios centenarios y la naturaleza menos explorada son parte del repertorio que ofrece una Santa Marta renovada y orgullosa de sus raíces.
Publicado:
Por: Juan Manuel Arias Montenegro
Creativo Digital
Santa Marta se dispone a conmemorar un acontecimiento único: el 29 de julio de 2025, cumplirá cinco siglos de historia.
Esta efeméride posiciona a la ciudad como la más antigua de Colombia y Sudamérica continental, y es también una oportunidad para mostrarle al mundo los matices de una identidad que va más allá de las rutas turísticas convencionales.
Aunque sus playas y el Parque Tayrona la han hecho famosa, existen rincones poco explorados que representan el carácter auténtico y diverso de la ciudad.
En coincidencia con la celebración, una agenda cultural con conciertos, exposiciones, muestras gastronómicas y actividades de inclusión reforzará a Santa Marta como epicentro del turismo y la cultura colombiana.
El concepto de joya oculta aplicado aquí alude a sitios que, a pesar de ser conocidos por algunos locales, no figuran en los recorridos turísticos habituales, pero son espacios que ofrecen experiencias genuinas y una inmersión en la vida, el paisaje y la memoria samaria.
Una de las cascadas menos frecuentadas de Minca, El Oído del Mundo, permite un baño en aguas cristalinas y frescas tras una corta caminata o trayecto en mototaxi.
Este lugar no está claramente señalizado, lo que conserva su perfil bajo, y goza de un valor especial para la cultura kogui que lo considera sagrado.
La visita ofrece la posibilidad de sumergirse no solo en la naturaleza, sino también en la cosmovisión indígena y la fuerza espiritual de la Sierra.
Finca La Victoria lleva operando con energía hidráulica desde finales del siglo XIX. Está abierta al público para tours de café y cacao, y destaca tanto por su historia como por el ejemplo de sostenibilidad real y tradicional, previo al auge de estos conceptos en el turismo moderno, con un recorrido que revela la relevancia del café en la economía y cultura regionales.
En la costa de Taganga se encuentra Sisihuaca, una playa apartada a la que se accede en lancha o por sendero de montaña, atravesando otras calas de pescadores.
Mantiene una atmósfera tranquila y aguas idóneas para el snorkel, lejos del bullicio, por lo que el camino panorámico fortalece la experiencia al conectar con la vida local y el paisaje.
A quince minutos en taxi desde el centro, o a pocos minutos en lancha desde la Marina Tamacá, Playa Calderón ofrece privacidad y gastronomía en un entorno gestionado frecuentemente como club de playa.
Su modelo responde a la diversificación del turismo en Santa Marta hacia segmentos de mayor poder adquisitivo.
El Teatro Santa Marta, recuperado tras décadas de abandono, es una joya arquitectónica y cultural que revitaliza el centro histórico.
Actúa como eje del turismo cultural y de eventos, con programación internacional y local, consolidando a Santa Marta más allá del turismo de playa.
Este museo, ubicado en el sector de Gaira, centra su colección en las experiencias y raíces afrodescendientes de la comunidad.
La entrada es gratuita y el espacio promueve la educación artística y la transmisión de saberes, abriendo ventanas a relatos menos difundidos de la ciudad.
Olivo, uno de los barrios más antiguos, conserva casonas centenarias y calles tranquilas que permiten observar el desarrollo de la ciudad al margen del circuito turístico.
En la Ciénaga Grande, los pueblos palafitos de Nueva Venecia y Buenavista viven literalmente sobre el agua.
Su aislamiento y economía basada en la pesca ofrecen una experiencia cultural distinta: el visitante puede interactuar con la comunidad y disfrutar de ecosistemas únicos y avistamiento de aves.
Descubierta en los años ochenta, Ciudad Antigua es un conjunto arqueológico cubierto en parte por la vegetación selvática.
Testimonio del pasado Tayrona, se recorre a través de terrazas y caminos y requiere tour organizado, permitiendo entender la fusión entre historia ancestral y realidades recientes.
Cerro Kennedy es una montaña que permite observar el amanecer sobre la Sierra Nevada y el Caribe.
El ascenso desde Minca puede completarse en uno o dos días, el lugar integra el reto físico con la conexión espiritual y paisajística que caracteriza a la región.
Antes de explorar estos sitios, es clave informarse sobre el acceso y recomendaciones logísticas.
La mejor época para recorrerlos es la temporada seca, de diciembre a abril, por lo que se recomienda llevar agua, protección solar, calzado adecuado, ropa para el clima de montaña y efectivo.
En áreas remotas, es fundamental contratar guías locales y respetar la cultura y el entorno. La seguridad en el mar y en los trayectos rurales requiere atención y prevención.