Colombia
Desde contemplar la naturaleza hasta escuchar el canto de las aves, las acciones cotidianas son fundamentales para enfrentar el estrés diario.
Publicado:
Por: Juan Manuel Arias Montenegro
Creativo Digital
El interés en el cuidado de la salud mental ha crecido de forma sostenida en los últimos años, razón por la que frente a contextos de incertidumbre, estrés y rutinas aceleradas, distintos estudios científicos han ofrecido alternativas sencillas que pueden implementarse diariamente para mejorar el bienestar.
A continuación, un repaso por algunas de las recomendaciones más respaldadas por la evidencia científica.
Pasar tiempo al aire libre rodeado de naturaleza se asocia con una disminución del estrés, mejora del ánimo y un impacto positivo en la salud física. Incluso, la observación de patrones naturales en helechos, montañas o el mar induce la aparición de ondas alfa en el cerebro, vinculadas a la relajación.
Quienes no pueden salir al exterior pueden obtener ciertos beneficios abriendo una ventana para dejar entrar el aire o usando aromas naturales.
Diversos estudios recientes coinciden en que escuchar el canto de las aves contribuye de manera positiva al estado de ánimo.
Esta experiencia suele potenciarse cuando se realiza al aire libre, sumando el efecto tranquilizador de la naturaleza.
El orden en el hogar o el lugar de trabajo puede traducirse en menor agotamiento, mayor productividad y mejor calidad de vida.
Aunque no reemplaza la intervención profesional en casos de depresión, dedicar tiempo a organizarse puede aliviar el malestar cotidiano.
Un consejo destacado consiste en mirar, pero no tocar, los objetos que se planea descartar: manipular pertenencias aumenta el apego y dificulta el proceso de desprendimiento.
Las dietas ricas en ultraprocesados tales como refrescos, golosinas y comidas rápidas, no solo afectan la salud física, pues los estudios demuestran que incrementan el riesgo de depresión y ansiedad.
Por tal motivo, adoptar hábitos alimentarios más sanos requiere comprensión y paciencia hacia uno mismo, en un entorno que favorece el consumo de estos productos.
Una alimentación equilibrada, rica en vitaminas, minerales, ácidos grasos, proteínas y carbohidratos, contribuye a la producción de hormonas asociadas a la felicidad, como la serotonina.
Alimentos como el chocolate negro o el plátano, recomendados por nutricionistas, forman parte de una dieta propicia para la salud mental.
Las llamadas hormonas de la felicidad como la dopamina, serotonina, endorfinas y oxitocina, pueden activarse con acciones cotidianas.
Culminar una tarea, practicar meditación o interactuar con mascotas generan respuestas hormonales que ayudan a reducir el estrés y elevar el ánimo.
El solo hecho de anticipar y planificar unas vacaciones incrementa la sensación de felicidad, aun cuando no sea posible concretar un viaje a corto plazo.
Los expertos coinciden en que la expectativa de una experiencia placentera tiene efectos positivos en el ánimo.
El ejercicio físico, y en particular andar en bicicleta, se presenta como una de las actividades más beneficiosas para la mente y el cuerpo, pues esta disciplina estimula la coordinación y la función ejecutiva del cerebro, además de generar bienestar y reducir los niveles de estrés.
La exposición a la luz es una estrategia sugerida para minimizar los efectos de la depresión estacional, relacionada con la disminución de horas de luz natural en invierno.
Utilizar dispositivos de terapia lumínica o sentarse frente a una caja de luz por las mañanas puede ayudar a restablecer el ritmo circadiano.
Sumar un hobby, puzzles, natación, jardinería, resulta protector frente al estrés y la depresión.
Los datos indican que el compromiso con cualquier actividad placentera impacta de manera positiva en la felicidad y la percepción de bienestar.
Estos hábitos, accesibles y sustentados por la evidencia, pueden funcionar como una guía concreta para quienes buscan mejorar su salud mental en la vida cotidiana.