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Algunos alimentos pierden sabor, textura y nutrientes con el frío. Conozca 7 productos que es mejor mantener fuera de la nevera para su correcta conservación.
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Creativo Digital

La nevera es fundamental para mantener la frescura de muchos productos, pero no es la solución universal para todo lo que compramos. Ciertos alimentos reaccionan negativamente a las bajas temperaturas, lo que puede acelerar su deterioro, alterar su sabor o modificar su textura. Conocer cuáles son y por qué reaccionan así es clave para aprovechar sus propiedades y reducir el desperdicio en casa.
Las papas son uno de los errores más comunes. El ambiente frío y húmedo de la nevera hace que el almidón de la papa se convierta en azúcar más rápidamente. Esto no solo altera su sabor, volviéndolo dulce, sino que también cambia su textura al cocinarlas, tornándose más oscuras y arenosas. Deben guardarse en un lugar fresco, seco y oscuro, preferiblemente en una bolsa de papel o rejilla.
Las cebollas, por su parte, necesitan circulación de aire para mantenerse frescas. Dentro de la nevera, la humedad las ablanda y promueve la aparición de moho. Si están enteras y con cáscara, su lugar ideal es la despensa, lejos de la luz directa. Solo deben refrigerarse una vez que han sido cortadas, y siempre dentro de un recipiente hermético.
El ajo sigue una lógica similar. El frío estimula su germinación, por lo que verá que le salen brotes verdes mucho más rápido si lo refrigera. Además, la humedad puede reblandecerlo. Para mantenerlo firme y potente, basta con un lugar seco, oscuro y con algo de ventilación, como una cesta en la cocina.
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Los tomates son muy sensibles a las bajas temperaturas. El frío detiene su proceso de maduración y, lo que es peor, daña las membranas interiores. Este daño es el responsable de que los tomates refrigerados se vuelvan harinosos y pierdan gran parte de su sabor característico. Es mejor dejarlos en un frutero sobre el mesón, a temperatura ambiente.
Con los aguacates, la regla depende de su estado. Si el aguacate aún está verde y duro, guardarlo en la nevera detendrá por completo su maduración. El frío solo debe usarse cuando el aguacate ya está en su punto justo de madurez y se busca prolongar su vida útil uno o dos días más, pero nunca para que madure.
El banano y los plátanos tampoco son amigos del refrigerador. Las bajas temperaturas impiden que las enzimas de la cáscara funcionen correctamente, provocando que se oxide y se ponga negra rápidamente, aunque la pulpa siga verde. Siempre deben permanecer a temperatura ambiente.
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La miel es un conservante natural por excelencia; gracias a su composición, prácticamente no caduca. Sin embargo, el frío acelera su proceso de cristalización. Aunque esto no la daña, la vuelve densa, granulada y muy difícil de untar o servir. La miel debe estar siempre en la alacena, bien cerrada y a temperatura ambiente.
El pan es otro alimento que se deteriora más rápido en la nevera, contrario a la creencia popular. El frío acelera el proceso de retrogradación del almidón, lo que significa que se pone duro y "viejo" mucho más rápido que a temperatura ambiente. Si necesita conservarlo por largo tiempo, la mejor opción es congelarlo, pero nunca refrigerarlo.
Optimizar el almacenamiento de los alimentos va más allá de usar la nevera para todo. Cada producto tiene necesidades específicas y respetarlas garantiza mejor sabor, textura y durabilidad. Revisar dónde guardamos nuestros alimentos es un gesto sencillo que marca una gran diferencia en la calidad de nuestra cocina y en la economía del hogar.
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