Colombia
En la décima temporada de Yo Me Llamo, el programa de imitación que ha cautivado a miles de colombianos llegó una renovación que no pasó desapercibida.
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Por: Equipo de redacción
La edición especial Yo Me Llamo Mini, que abrió las puertas del famoso "Templo de la Imitación" a los niños, no solo prometió emociones y talento fresco, sino que también trajo consigo una figura que se ganó rápidamente la atención del público: Aurelio Cheveroni. Reconocido por su estilo irreverente y su forma directa de juzgar, ha provocado tanto admiración como controversia, sobre todo por sus interacciones con la jurado Amparo Grisales.
El espectáculo de esta nueva versión no solo radicó en la ternura de los pequeños imitando a grandes artistas, sino en los comentarios entre los miembros del jurado, en los que Cheveroni imprimió sabor y carácter al programa.
Durante el episodio número 59, su entrada al panel de jurados fue recibida con gran expectativa. En compañía de César Escola, Rey Ruiz y la siempre imponente Amparo Grisales, Cheveroni aportó una nueva perspectiva al show.
Los concursantes, la mayoría de ellos niños con un gran talento, se subieron al escenario para interpretar a sus ídolos, como el pequeño imitador de Pedrito Fernández, que con apenas cinco años de edad dejó a los jurados sorprendidos con su interpretación de ‘La de la mochila azul’.
Otros, como el mini Luis Miguel, deslumbraron por su capacidad vocal y su puesta en escena, convirtiéndose en la sensación de la noche. Sin embargo, fue la interacción entre Cheveroni y Grisales la que, a pesar de su tensión, robó la atención de los televidentes.
La chispa encendió cuando Grisales, con su habitual arrogancia y carisma, le preguntó al primer concursante cuántos años tenía, una pregunta inocente que pronto se convertiría en una batalla de comentarios. Cheveroni, sin perder su tono jocoso, bromeó sobre la edad de la diva de la televisión colombiana, lo que desató una reacción inmediata de la actriz, quien, entre risas, le respondió: “no salgo con lobos”.
Los seguidores del programa no solo se centraron en la interacción, sino también en el desempeño de los pequeños imitadores, que sin duda dejaron claro que este formato no solo es para los grandes artistas, sino también para las nuevas generaciones de talentos.
En esta nueva temporada, los niños no solo buscan destacar, sino también ganar un premio importante: un bono de estudios de 100 millones de pesos, destinado a apoyar su formación académica y brindarles nuevas oportunidades. Este formato ha dejado claro que el talento infantil tiene un espacio en el escenario del ‘Templo de la imitación’ y que los sueños pueden comenzar a hacerse realidad a cualquier edad.