

Colombia
La incertidumbre sobre la trayectoria de objetos espaciales obliga a fortalecer la confianza en la evidencia científica y en la cooperación entre expertos y autoridades a nivel local y global.
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Por: Juan Manuel Arias Montenegro
Creativo Digital

En la noche de Halloween los temores suelen asociarse a historias ficticias o seres sobrenaturales, pero también existen inquietudes reales vinculadas a los riesgos cósmicos que enfrenta la humanidad.
Entre los fenómenos más temidos destaca la eventualidad de que un asteroide impacte la Tierra, una amenaza que ha sido objeto de estudios científicos y discusiones de alto nivel.
Sobre estos peligros existenciales conversó Jaime Forero, doctor en física y profesor de planta en la Universidad de los Andes, en entrevista concedida a Olímpica Stereo, en la que explicó el alcance y las implicaciones de estos fenómenos para la vida y la civilización.

Forero abordó el temor existencial derivado de "nuestra insignificancia cósmica", una sensación que surge al confrontar el "silencio y el vacío entre galaxias" y que insinúa tanto soledad como peligros desconocidos.
Frente a esto, la vida en la Tierra también enfrenta terrores más inmediatos y tangibles, como los desastres naturales asociados al cambio climático, la posibilidad de epidemias globales y el constante riesgo de conflictos nucleares.
Estos miedos, creados tanto por la naturaleza como por la acción humana, "nos recuerdan nuestra fragilidad y la delgada capa de seguridad bajo nuestros pies".
De acuerdo con el doctor Forero, los asteroides son capaces de poner en peligro a la Tierra, pues recordó el reciente caso del objeto identificado por la red Atlas, denominado 2024YR4, que se considera con potencial para impactar cerca de Bogotá, según algunos cálculos preliminares de órbita.
Redes de observación como Atlas, con telescopios en Hawái, Chile y Estados Unidos, existen precisamente para identificar amenazas de este tipo "que podrían colisionar con la Tierra, que puedan causar un daño y que, por supuesto, dependiendo del tamaño, el daño es diferente".

Los efectos dependen de la masa del objeto: algunos podrían poner en peligro "toda la atmósfera terrestre", mientras que otros, de menor tamaño, tendrían un impacto localizado, como el caso estimado para Bogotá, donde "el daño abarcaría radios de diez kilómetros, básicamente la zona urbana".
El paso constante de fragmentos espaciales por la atmósfera terrestre es una realidad cotidiana, aunque la mayoría son tan pequeños que no representan peligro significativo.
Según Forero, "todo el tiempo hay un material que cae, pero son cosas pequeñas que realmente ni siquiera serían casi que detectables", por lo que las colisiones de grandes asteroides son mucho menos frecuentes, aunque las consecuencias serían mucho más severas.
El docente recordó el caso del impacto de Cheliábinsk en 2013, que tomó por sorpresa a la comunidad científica y demostró que no todos los eventos de este tipo pueden preverse.

El hallazgo del asteroide con trayectoria hacia Bogotá motivó a la comunidad astronómica colombiana a reunirse con el Ministerio de Ciencia y con la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (Ungrd): "Es un riesgo, hay que gestionarlo", explicó Forero, que además, confirmó la creación de una división interna para abordar estos riesgos y la apertura de un canal permanente entre científicos y autoridades.
Colombia se integró a la federación global de observatorios dedicados a la detección y reporte de amenazas espaciales, incluso, el Observatorio de la Universidad Tecnológica de Pereira está certificado para tomar mediciones y contribuir datos a esta red internacional, que mantiene contacto directo con la NASA y la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Ante la inquietud sobre la capacidad tecnológica para evitar un gran impacto, Forero aclaró que "si se descubre a tiempo, sí" es posible intervenir, aunque señaló que la opción más realista es desviar el objeto usando la atracción gravitacional de una sonda enviada desde la Tierra, más que recurrir a explosivos, como en la ciencia ficción.
La probabilidad de sufrir un gran impacto es baja, pero no inexistente: "Es difícil decir qué tan de malas. Yo haría muy, muy, muy, muy, muy… no sé cuántas veces, muy, muy, muy de malas", aun así, el evento que acabó con los dinosaurios demuestra que tales escenarios forman parte de los ciclos del planeta.
Forero concluyó que la existencia de protocolos y una coordinación entre científicos y autoridades brinda un cierto grado de seguridad, dado que "hay canales que se abrieron para bien" y el trabajo conjunto permite una mejor preparación si el riesgo se materializa.