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Más allá de vampiros y fantasmas, la materia oscura se roba los reflectores en el mes del terror, con teorías que la vinculan a misterios y peligros que superan cualquier historia de miedo.
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Por: Juan Manuel Arias Montenegro
Creativo Digital

En el contexto de Halloween, cuando los miedos salen a la luz, la ciencia recuerda que hay razones crudas y reales para temer a algo mucho más escalofriante que vampiros o fantasmas: la materia oscura.
Este componente invisible y desconocido del universo, que mantiene unidas a las galaxias y que podría estar vinculado a extinciones masivas en la Tierra, desafía el entendimiento humano y alerta a la comunidad científica sobre riesgos imprevisibles.
Los científicos han dedicado enormes esfuerzos para determinar de qué está compuesta exactamente la materia oscura, pero hasta la fecha el conocimiento es limitado, por tal motivo, misiones como Roman buscan arrojar luz, tanto literal como figurada, explorando la estructura y distribución de la materia oscura y la materia visible a lo largo del espacio y el tiempo.
Su objetivo es obtener indicios sobre la naturaleza fundamental de este enigmático componente cósmico, del que no se conoce ni el tipo ni la masa precisa de sus partículas, por lo que este desconocimiento complica severamente la búsqueda directa e incrementa el misterio que lo rodea.

La existencia de la materia oscura comenzó a sospecharse hace más de 80 años cuando el astrónomo Fritz Zwicky observó que las galaxias del cúmulo de Coma se movían tan rápido que debían haberse dispersado, pero permanecían unidas, lo que solo podía explicarse por la presencia de una masa invisible.
Ya para la década de 1970, la astrónoma Vera Rubin detectó un fenómeno similar en galaxias espirales individuales: las estrellas en los bordes se desplazaban a velocidades que la materia ordinaria no podía justificar, obligando a concluir que existe una enorme cantidad de materia no visible que mantiene dichas estrellas en órbita.
Desde entonces, los científicos han tratado de reconstruir este enigma cósmico y a través de análisis de imágenes y espectros, han confirmado que las leyes físicas existentes no pueden explicar el comportamiento de las galaxias sin la hipótesis de la materia oscura.

Actualmente, existe una diversidad de hipótesis sobre la composición de la materia oscura; no hay siquiera una estimación precisa de la masa de sus partículas, lo que dificulta definir con claridad los métodos de búsqueda.
Las simulaciones y estudios de telescopios, como los propuestos en los proyectos de Roman, están considerados entre los más detallados hasta la fecha para desentrañar la influencia de la materia oscura en la formación y distribución de galaxias, acumulando evidencia indirecta por los efectos gravitacionales observados.
Para profundizar en los posibles peligros que representa la materia oscura, Olímpica Stereo Bogotá conversó con Jaime Forero, doctor en Física y docente de la Universidad de Los Andes, que explicó que **el universo conocido está compuesto por tres grandes elementos: lo visible, como estrellas y galaxias, la materia oscura y la energía oscura.
Estos dos últimos componentes son denominados así porque no se conocen sus propiedades, pero su existencia es necesaria para que las ecuaciones y observaciones astronómicas tengan sentido.
Forero señaló que la materia oscura permite formar concentraciones o "grumos" en el universo, a diferencia de la energía oscura, que se considera homogénea.
Al hablar de materia oscura, no se hace referencia a algo distante, sino a un fenómeno que está presente alrededor de la humanidad en este mismo momento, aunque sus efectos solo pueden observarse de manera indirecta.

El efecto fundamental de la materia oscura acerca de la seguridad terrestre radica en su influencia gravitacional.
Forero detalló que, según las mediciones actuales, la Vía Láctea y otras galaxias contienen estrellas que se mueven a velocidades descomunales respecto a la masa visible, pero sin la gravedad adicional de la materia oscura, las galaxias se desarmarían, y sistemas como el Sistema Solar ya habrían sido expulsados de sus órbitas a unos 200 kilómetros por segundo.
Esta es la razón, por la que ese efecto de "contención" es lo que revela la presencia de la materia oscura.
El científico recalcó que no tenemos forma de "ver" o aislar la materia oscura como sí ocurre con la antimateria, y que las películas suelen confundir estos conceptos.
La antimateria es tangible y se puede crear en laboratorios, pero la materia oscura sigue siendo un enigma, apenas representable como un fluido denso y lento que envuelve a las galaxias y ejerce su influencia por la gravedad.
La verdadera dimensión del terror científico asociado a la materia oscura radica en una hipótesis avanzada en los estudios de la astrofísica Lisa Randall, profesora de la Universidad de Harvard.
Según Forero, a medida que el Sistema Solar se desplaza por la galaxia, atraviesa zonas con mayor o menor concentración de materia oscura, por lo que esas variaciones gravitan sobre regiones lejanas de nuestro sistema, donde se origina la mayoría de los cometas.
Cuando el sistema pasa por "gotas" especialmente densas de materia oscura, se produce una desestabilización de la nube de cometas, lo que incrementa el número de objetos que pueden ir en dirección a la Tierra.
Las correlaciones históricas sugieren que estos pasos, repetidos en varias ocasiones a lo largo de millones de años, podrían explicar la periodicidad de las grandes extinciones masivas que ha registrado nuestro planeta.
El peligro es doble: este fenómeno es completamente silencioso e indetectable usando los métodos actuales.
La única señal de advertencia sería el aumento progresivo de cometas y asteroides cruzando el sistema solar, lo que elevaría la probabilidad de un impacto devastador sobre la Tierra y como lo describió Forero: "Esa no se puede ver venir", solo puede inferirse retrospectivamente al observar los registros geológicos y astronómicos.

El conocimiento científico actual deja clara la presencia y el efecto esencial de la materia oscura, un fluido invisible que puede desencadenar, sin previo aviso, una cadena de acontecimientos catastróficos.
Este posible vínculo entre el movimiento del sistema solar, las variaciones en la materia oscura y las extinciones masivas transforma a este componente del universo en un "monstruo" real, capaz de atravesar el velo de las festividades y sembrar un temor fundamentado en la ciencia, mucho más allá de los mitos de Halloween.