Colombia
Tras el aniversario de su fallecimiento, la artista es recordada por su legado musical en la salsa.
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Creativa Digital
Cien años después de su nacimiento en La Habana, la historia de Celia Cruz sigue marcando un antes y un después en la música tropical. Más allá de sus discos y su inconfundible grito de “¡azúcar!”, su figura representa una transformación profunda en el papel de las mujeres dentro del movimiento salsero, un género históricamente masculino.
Desde el pasado 16 de junio, fecha en la que se cumplieron 22 años de su fallecimiento, se rindió homenaje a su legado musical. Además, familiares de la artista y representantes del mundo de la salsa iniciaron el camino para celebrar los 100 años de su nacimiento. Uno de los primeros pasos fue el lanzamiento de un EP que conmemorará su natalicio el próximo 21 de octubre.
Celia Cruz nació el 21 de octubre de 1925 en el barrio de Santos Suárez, en La Habana. En su juventud, se formó en el Conservatorio Nacional de Música y ganó popularidad al presentarse en emisoras radiales. En 1950, ingresó a la Sonora Matancera como vocalista principal, convirtiéndose en una de las pocas mujeres negras con ese rol en una orquesta de gran difusión continental.
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Tras la llegada al poder de Fidel Castro, Cruz salió de Cuba junto a la orquesta y tomó la decisión de no regresar. Por esa postura, el gobierno cubano le prohibió la entrada al país y no le permitió asistir al sepelio de su madre, fallecida en 1962. Este episodio marcó emocionalmente su vida y su obra, una dimensión poco explorada en sus canciones, que marcó su estilo musical.
Durante las décadas de 1960 y 1970, la salsa se consolidó como un fenómeno musical en Nueva York. En ese contexto, Celia Cruz ingresó a la disquera Fania, convirtiéndose en la primera y única mujer en grabar con la orquesta de estrellas del sello. Su inclusión no fue inmediata ni sencilla: se enfrentó a prejuicios de género dentro de la industria y del público salsero, acostumbrado a figuras masculinas como Héctor Lavoe, Willie Colón y Rubén Blades.
En 1974, su álbum Celia & Johnny, junto al flautista y productor Johnny Pacheco, marcó un punto de inflexión. Con temas como 'Quimbara' y 'Toro Mata', Cruz impuso un liderazgo artístico femenino en el género. Desde entonces, fue cabeza de cartel en festivales internacionales y colaboró con las principales figuras de la música tropical.
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Celia Cruz grabó más de 70 álbumes, recibió múltiples premios, incluidos tres Grammy y cuatro Latin Grammy, y fue reconocida con la Medalla Nacional de las Artes en Estados Unidos en 1994. Su influencia trascendió la música: fue una figura destacada en la comunidad latina en el exilio y un ícono de la identidad afrolatina. En 1999, fue incluida en la lista de las 25 latinas más influyentes del siglo XX, elaborada por People en Español.
Tras su fallecimiento en 2003, su legado ha sido objeto de homenajes constantes. Su cuerpo fue velado en el Teatro Bellas Artes de Miami, un honor reservado para figuras emblemáticas. En 2016, el Instituto Smithsonian inauguró una exposición permanente sobre su vida, y en 2024 se anunció la emisión de una moneda con su imagen por parte de la Casa de la Moneda de EE. UU., convirtiéndola en la primera afrolatina en recibir este reconocimiento.