Colombia
Conoce cómo la Fundación Promigas está transformando la vida de miles de jóvenes en Colombia con programas que cierran la brecha del desempleo juvenil.
Publicado:
Creativo Digital
El desempleo juvenil es uno de los mayores desafíos que enfrenta Colombia. Afecta no solo la economía del país, sino también el tejido social y las aspiraciones de una generación que busca activamente un camino hacia la estabilidad y el crecimiento profesional.
Frente a este panorama, surgen iniciativas estratégicas que buscan cambiar esta realidad, ofreciendo soluciones concretas y efectivas para miles de jóvenes que necesitan una oportunidad para demostrar su potencial.
Las cifras oficiales a menudo reflejan una dura realidad: para muchos jóvenes, especialmente aquellos que no han podido acceder a la educación superior, las puertas del mercado laboral formal parecen cerradas. La falta de experiencia es una de las barreras más comunes que encuentran.
Esta situación crea un ciclo difícil de romper. Sin experiencia no hay empleo, y sin empleo no se puede adquirir la experiencia que exigen las empresas. Esto ha llevado a que un número significativo de jóvenes no estudie ni trabaje, limitando su desarrollo personal y profesional.
El reto es claro: es necesario crear puentes efectivos que conecten el talento joven con las necesidades reales del sector productivo del país.
Para responder a este desafío, la Fundación Promigas ha consolidado un modelo de intervención que va más allá de la simple intermediación laboral. Su enfoque se centra en fortalecer el capital humano de los jóvenes para que puedan acceder a empleos formales, dignos y estables.
Desde el año 2017, este programa ha logrado impactar positivamente a más de 11.000 jóvenes en diversas regiones del país, incluyendo Atlántico, Bolívar, Magdalena, Cesar, La Guajira, Sucre, Córdoba, Cauca y Valle del Cauca.
La clave del éxito de este modelo radica en su capacidad para entender las demandas del mercado y preparar a los jóvenes para satisfacerlas.
El programa se enfoca en dos áreas fundamentales que son cruciales para la empleabilidad a largo plazo. Por un lado, la formación técnica, y por otro, el desarrollo de habilidades socioemocionales.
En el componente técnico, se capacita a los jóvenes en oficios y roles con alta demanda en sectores económicos clave. Algunas de estas áreas incluyen las tecnologías de la información (TIC), la gastronomía, las energías renovables y los servicios de contact center y BPO.
Paralelamente, se imparten las llamadas "habilidades para la vida". Estas competencias, como la comunicación asertiva, el trabajo en equipo, la resolución de conflictos y la inteligencia emocional, son hoy tan importantes como el conocimiento técnico para las empresas.
Un pilar fundamental de esta iniciativa es el trabajo colaborativo. La Fundación Promigas articula esfuerzos con empresas del sector privado, cajas de compensación familiar, instituciones de formación para el trabajo y entidades gubernamentales.
Estas alianzas permiten, por un lado, asegurar que la formación ofrecida sea pertinente y esté alineada con lo que las compañías buscan. Por otro lado, facilitan la inserción laboral de los jóvenes una vez finalizan su proceso de capacitación.
Las cifras de este programa demuestran su efectividad y el impacto positivo que genera. De los miles de jóvenes que han participado en la iniciativa, el 76% ha logrado vincularse a un empleo formal.
Este no es solo un número; representa miles de historias de superación. Son jóvenes que ahora cuentan con ingresos estables, seguridad social y, sobre todo, una ruta clara para construir un proyecto de vida sólido para ellos y sus familias.
Al generar empleo de calidad, no solo se beneficia el individuo, sino que también se fortalece la economía local y se promueve el desarrollo en las comunidades donde opera el programa.
Enfrentar el desempleo juvenil requiere de acciones coordinadas, estratégicas y enfocadas en resultados medibles. La labor de la Fundación Promigas es un ejemplo destacado de cómo la formación pertinente y el desarrollo de habilidades integrales pueden cambiar trayectorias de vida. Al invertir en el potencial de la juventud, se está construyendo una base más sólida para el futuro económico y social de toda Colombia.