Colombia
Ivonne Rozo compartió en redes sociales su experiencia tras ser rechazada al solicitar una visa para asistir a un evento laboral en el país norteamericano, exponiendo obstáculos frecuentes para colombianos activos profesionalmente.
Publicado:
Por: Juan Manuel Arias Montenegro
Creativo Digital
En un mundo cada vez más globalizado, la movilidad internacional se ha convertido en una necesidad para muchos profesionales; sin embargo, el proceso de obtener una visa puede ser un camino lleno de obstáculos y decepciones.
Ese fue el caso de Ivonne Rozo Calderón, una joven colombiana dedicada al trabajo independiente y vinculada a una marca estadounidense, que decidió solicitar una visa para asistir a un evento anual de la compañía en Estados Unidos.
Su experiencia, compartida en un video en TikTok, dejó en evidencia las implicaciones personales y profesionales que conlleva la denegación de una visa para un ciudadano colombiano.
El relato no solo ilustró los desafíos burocráticos y los requisitos estrictos del proceso, también las consecuencias emocionales y laborales que pueden surgir, pues a través de su testimonio, se reveló una realidad común para muchos colombianos que ven limitadas sus oportunidades debido a las políticas migratorias.
Rozo explicó que para iniciar la solicitud debió presentarse a dos citas el mismo día en Bogotá: una en el CAS, en la que le tomaron las huellas y fotografías necesarias, y otra posterior en la embajada, ubicada a unos veinte minutos de distancia.
La joven resaltó la rapidez del trámite inicial y la organización, pese al tráfico capitalino y agregó que a la cita, acudió sola, sin familiares ni acompañantes.
Durante la entrevista consular, Ivonne fue consultada sobre el motivo de su solicitud, por lo que explicó que pretendía asistir a una convención de la empresa para la que trabaja de manera remota desde Colombia.
Las siguientes preguntas giraron en torno a su función en la compañía, la existencia de familiares en territorio estadounidense y, por último, si era propietaria de su domicilio en Colombia.
Rozo detalló que respondió de manera honesta a cada interrogante, pues contó que no tiene familiares en Estados Unidos y que vive en arriendo en Bogotá.
Esta última respuesta, según su percepción, resultó definitiva para el rechazo: “Creo que ellos vieron que no tengo algo que me ate a Colombia”, reflexionó en su video.
La noticia de la negación fue breve y tajante. Rozo no recibió preguntas sobre su historial de viajes, ingresos o situación patrimonial.
Tras la entrevista, decidió compartir un almuerzo con amigas y procesar la experiencia desde una óptica realista y confesó que el resultado le generó tristeza momentánea, debido al esfuerzo y los recursos invertidos, pero reiteró que no tiene planes de migrar a Estados Unidos ni está tras el “sueño americano”.
Ivonne explicó que actualmente estudia y trabaja de manera independiente, tampoco cuenta con propiedades ni un contrato laboral formal, factores que suelen sumar a los perfiles considerados de mayor “riesgo migratorio”.
El caso de Ivonne Rozo ilustró una realidad frecuente para muchos colombianos: la negación de una visa estadounidense puede limitar el acceso a oportunidades laborales, educativas o incluso la posibilidad de visitar familiares y amigos.
Este tipo de experiencias, muchas veces acompañadas de una sensación de frustración, pone en evidencia la rigurosidad del proceso y la importancia de documentar suficientemente los lazos con el país de origen.
La propia Rozo invitó a quienes pasaron por una situación similar a compartir sus consejos para una futura solicitud, pues mencionó la posibilidad de aportar documentación adicional, acudir a asesorías o considerar otros destinos internacionales para no limitar los sueños personales y profesionales a un solo país.
La joven colombiana concluyó su testimonio con una actitud positiva y la determinación de intentar nuevamente el próximo año; mientras tanto, se suma al grupo de ciudadanos que enfrentan la dificultad de obtener una visa y buscan adaptarse a las realidades de un mundo globalizado y de constante movilidad, en el que las fronteras y los requisitos migratorios exigen preparación y resiliencia.