Colombia
El artista panameño cumple 77 años de vida este 16 de julio. Una de sus canciones más reconocidas empezó a componerse en su cabeza desde que era un niño.
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Por: Erika Mesa Díaz
Creativa Digital
En el cumpleaños 77 del artista panameño Rubén Blades, repasamos los orígenes literarios y criminales del protagonista de una de sus canciones más conocidas: Pedro Navaja, el matón de esquina. Desde un pillo del siglo XVIII hasta un antihéroe de ópera, descubramos cómo se forjó esta leyenda urbana.
Jack Sheppard fue un criminal inglés nacido en 1702 que se hizo famoso por sus audaces escapes de prisión. Con solo 22 años, Sheppard logró evadirse cuatro veces de cárceles como Newgate. Usó métodos ingeniosos, como romper techos con herramientas improvisadas o disfrazarse de mujer. Sus hazañas lo convirtieron en un símbolo de resistencia para las clases pobres de Londres, que lo apodaron "Gentleman Jack".
Sheppard fue a parar a la cárcel por robos menores, pero su habilidad para burlar a las autoridades lo hizo legendario. En su última fuga, escaló muros de 6 metros con grilletes y escapó por chimeneas. Lo ahorcaron en 1724, pero su historia perduró en panfletos y obras teatrales. El escritor Daniel Defoe —autor de Robinson Crusoe— redactó su biografía y destacó su astucia frente a un sistema judicial corrupto.
Su legado trascendió como emblema de rebeldía. Aunque no usaba navajas, como luego se asociaría a sus descendientes literarios, su vida inspiró la creación de personajes que mezclaban el carisma con el crimen. Así sentó las bases para futuras adaptaciones artísticas.
En 1728, el dramaturgo John Gay transformó a Sheppard en Macheath, el protagonista de The Beggar’s Opera. Este personaje, un galán criminal, fue el primer eslabón en la evolución hacia Pedro Navaja. La obra satirizó la corrupción política y mostró a Macheath como un antihéroe seductor pero violento.
Un siglo después, Bertolt Brecht y Kurt Weill reinventaron al personaje en La ópera de los tres centavos (1928). Aquí, "Mackie Navaja" (Mack the Knife) era un gángster despiadado, tema de una canción que describía sus crímenes con ironía. La letra original en alemán incluyó asesinatos y violaciones, pero versiones posteriores como la de Louis Armstrong (1955) suavizaron su contenido.
La canción se convirtió en un estándar de jazz, pero conservó su esencia urbana. Rubén Blades escuchó la versión de Armstrong en su infancia, y aunque no entendía el inglés, la melodía y la figura del criminal lo marcaron.
En 1978, Rubén Blades fusionó las tradiciones de Sheppard y Mackie en "Pedro Navaja", parte del álbum Siembra con Willie Colón. La canción trasladó la narrativa al Lower East Side de Nueva York, donde un proxeneta y una prostituta se enfrentaron en un destino trágico. Los detalles —como el diente de oro o el revólver escondido— se inspiraron en observaciones de Blades en Panamá y Nueva York.
En un principio, Fania Records se resistió a grabar el tema por sus 7 minutos de duración. Además, una vez grabado, el disco Siembra fue difícil de promover entre las emisoras por las canciones largas y las letras cargadas.
Con todo en contra, "Pedro Navaja" se convirtió en el éxito definitivo del disco, el más vendido en la historia de la salsa. La estructura musical, con cambios de tonalidad que aumentan la tensión, reflejó el clímax de la historia.
Rubén no se quedó ahí: en 1985, Blades compuso "Sorpresas", continuación que reveló que Pedro Navaja sobrevivió y que su víctima era un travesti. Este giro narrativo reforzó el mensaje central: "La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida", un verso que sigue resonando en la cultura latinoamericana.
Desde un ladrón del siglo XVIII hasta un símbolo de la salsa, Pedro Navaja encarna la fusión de historias cruzadas por el crimen, la ironía y la supervivencia urbana. Rubén Blades no solo adaptó un mito, sino que lo reinventó para hablar de realidades latinoamericanas. Así demostró que las grandes narrativas trascienden tiempos y géneros.