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Estudios científicos y tradiciones culturales respaldan una práctica que podría evitarte muchos problemas. Descúbrelo aquí.
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Por: Equipo de redacción
En muchas casas de Asia, quitarse los zapatos al entrar es casi un ritual. No solo por respeto, sino por higiene. Sin embargo, en gran parte de Occidente esta costumbre ha sido vista como una rareza… hasta que la ciencia empezó a mirar más de cerca lo que traemos pegado en la suela.
El calzado que usamos en la calle acumula mucho más que polvo o barro. Puede ser un verdadero transporte de bacterias, pesticidas y hasta metales pesados. Y sí, todo eso termina en el suelo donde juegan los niños, descansan las mascotas y caminamos descalzos.
Un estudio de la Universidad de Arizona reveló que el 96% de los zapatos examinados contenía bacterias coliformes, presentes en materia fecal. Peor aún, el 27% dio positivo para E. coli, una bacteria que en algunas cepas puede provocar infecciones graves y daño renal.
No es el único hallazgo inquietante. Investigaciones detectaron también Clostridium difficile, que provoca diarrea severa y es altamente contagiosa, así como Staphylococcus aureus, incluida la peligrosa versión resistente a antibióticos (SARM).
Pero los gérmenes no son el único problema. Las suelas arrastran pesticidas, plomo y selladores de asfalto con compuestos cancerígenos. Según un estudio, algunos de estos contaminantes pueden permanecer en el polvo doméstico a niveles hasta 37 veces más altos que en el exterior.
Si hay un grupo que corre mayor riesgo, son los más pequeños de la casa y las mascotas. Los niños gatean, juegan y se llevan las manos a la boca. Los perros y gatos lamen sus patas después de caminar por la calle. Sin darnos cuenta, podemos estar exponiéndolos a sustancias peligrosas todos los días.
En Japón, la entrada de la casa —el genkan— está pensada para dejar el calzado. En India, quitarse los zapatos antes de entrar es señal de respeto y pureza. En Nueva Zelanda, es común andar descalzo tanto dentro como fuera.
En América Latina y otros países, esta práctica no siempre es habitual, pero la pandemia de COVID-19 cambió la percepción de muchos hogares.
Aunque algunos especialistas en etiqueta consideran que pedir a un invitado que se quite los zapatos puede resultar incómodo, los científicos coinciden en que es una medida sencilla y eficaz para reducir patógenos y contaminantes en casa.
El microbiólogo ambiental Mark Patrick Taylor recomienda colocar un felpudo afuera y otro adentro, o incluso usar una toalla para limpiar las suelas antes de entrar. Y si quieres ir más allá, tener un par de zapatillas de uso exclusivo para interiores.
Dejar los zapatos en la puerta no es obsesión ni exageración: es una medida preventiva. Como dice Taylor:
"Tu casa es tu castillo. No hace falta mucho para protegerla. No se pierde nada, y tu salud puede ganar mucho".
La próxima vez que cruces el umbral de tu hogar, tal vez quieras dejar tus zapatos fuera… y con ellos, todo lo que recogieron en la calle.