Colombia
En el corazón de Antioquia, más allá de los destinos turísticos tradicionales, se esconden pueblos que parecen detenidos en el tiempo, descubre cuáles son.
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Por: Equipo de redacción
Estos pueblos están llenos de historia, belleza natural y una calidez que enamora a quien los visita.
Abejorral, Caracolí y Támesis son tres joyas que merecen ser descubiertas esta Semana Santa, ideales para desconectarse del bullicio urbano y reconectar con la tradición, la cultura y el paisaje.
Ubicado a tan solo 86 kilómetros de Medellín y a 64 del aeropuerto José María Córdova, Abejorral es un municipio que mezcla historia, cultura y naturaleza.
Rodeado por montañas del oriente antioqueño, este lugar se destaca por su arquitectura colonial, su ambiente apacible y su legado patrimonial.
Caminar por el centro histórico de Abejorral es como abrir un libro antiguo.
Sus calles empedradas, el imponente Palacio Municipal y el Cementerio local, con su singular belleza arquitectónica, son testimonio de una época que aún respira entre sus muros.
Además, la Casa de la Cultura es un punto de encuentro que mantiene viva la llama del arte y las tradiciones: allí se celebran conciertos, exposiciones, obras de teatro y talleres abiertos a la comunidad.
Conocido como “La tierra de los cien señores”, Abejorral ha sido cuna de personajes notables en la historia de Colombia. Su gente conserva con orgullo esa herencia, mientras ofrece al visitante una experiencia auténtica, en la que la hospitalidad es protagonista.
A diferencia de otros pueblos más turísticos, Caracolí permanece como un secreto bien guardado.
Es llamado con cariño “Tierra de paz y gente amable”, y no es para menos: su ambiente sereno y su riqueza natural lo convierten en un destino perfecto para quienes buscan una Semana Santa en conexión con la naturaleza.
Situado en la subregión del Magdalena Medio, este pueblo destaca por su biodiversidad y por los tesoros geológicos que lo rodean.
Las Cavernas del Nus, con sus formaciones de cuarzo, calcita y mármol, ofrecen una experiencia de exploración única, entre túneles y pasajes laberínticos que maravillan a grandes y chicos.
El Mirador del Cañón es otro de sus puntos imperdibles. Desde allí, se puede contemplar un paisaje majestuoso: paredes rocosas imponentes, selva tupida y un horizonte que invita al silencio. Además, en Caracolí también hay balnearios naturales y un trapiche comunitario donde se vive de cerca la tradición panelera. Para los amantes del turismo verde, este lugar es sin duda una joya por descubrir.
Ubicado en el suroeste antioqueño, a 143 kilómetros de Medellín, Támesis es un destino mágico, cafetero por excelencia y lleno de encanto natural e histórico. No en vano se le conoce como “La Tierra del siempre volver”.
Sus paisajes son de postal: casas coloridas, montañas verdes y una atmósfera de tranquilidad que atrapa desde el primer momento.
Aquí, el Jardín Botánico Municipal invita a pasear entre aves y plantas nativas, mientras que el río Frío, de aguas cristalinas, es perfecto para nadar o pescar. Para los más aventureros, el Cerro Cristo Rey ofrece una vista panorámica del suroeste antioqueño que quita el aliento.
Pero si hay algo que distingue a Támesis, es su historia ancestral.
Este municipio alberga más de 1.500 petroglifos tallados en 120 piedras, lo que lo convierte en el sitio con mayor concentración de estos símbolos en Colombia.
Los petroglifos, realizados por pueblos indígenas en el período Neolítico, representan una forma primitiva de escritura y narran fragmentos de una cultura que sigue viva en el imaginario colectivo del pueblo.