

Colombia
La famosa impuntualidad del “Cacique” originó desmanes, anécdotas insólitas con su equipo, y hasta el temor de promotores ante presentaciones que podían o no suceder realmente.
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Por: Juan Manuel Arias Montenegro
Creativo Digital

Diomedes Díaz, conocido como el “Cacique de La Junta” y como el mayor vendedor de discos en Colombia, cargó durante años con el estigma de la impuntualidad.
Lo que comenzó como simples retrasos ocasionales se transformó en un hábito nacionalmente reconocido, bautizándolo para siempre con el apodo de “No vienes Díaz”.
Las constantes inasistencias a conciertos, entrevistas y compromisos legales se volvieron parte de su leyenda, y fue su propio mánager, José Zequeda, que explicó que el artista justificaba sus ausencias argumentando: “No era que él llegaba tarde, sino que su público llegaba muy temprano”.
Los empresarios de espectáculos debían acostumbrarse a someterse a sus condiciones, dado que si Diomedes decidía no presentarse, reprogramaba la fecha a su antojo, incluso, la flexibilidad estaba siempre del lado del cantante, e impuso una filosofía de desplante que marcaría su carrera.
La ausencia del ídolo no sólo se traducía en decepción para el público. Los faltazos desembocaron en situaciones de violencia y desorden público que pusieron en riesgo tanto la seguridad de los asistentes como el patrimonio de los promotores.
En julio de 2009, un episodio lamentable se registró en Arenal, Bolívar, cuando Diomedes no llegó a una presentación programada durante las fiestas patronales. La reacción del público incluyó disturbios y saqueos que causaron daños materiales estimados en 500 millones de pesos.
Uno de los incidentes más recordados ocurrió en Cartagena, durante un homenaje a sus 20 años de carrera en la Plaza de Toros. Con 25.000 personas esperando su aparición y después de una prolongada espera amenizada por una “fanfarria” de 30 minutos, el cantante finalmente subió al escenario.
Los abucheos no tardaron y, visiblemente ofendido, Diomedes ordenó tocar lo que consideraba su “disco más feo”, intentando castigar a una audiencia que, aún así, le respondió cantando con devoción.
Las adicciones y el desorden personal de Diomedes Díaz afectaron de manera directa a sus colaboradores. Joaco Guillén, mánager histórico del artista, relató que en una ocasión tuvo que esconderse 40 minutos dentro de un enfriador de botellas para protegerse de empresarios enfurecidos por una ausencia.
El acordeonero Nicolás "Colacho" Mendoza llegó incluso a renunciar al grupo de Diomedes tras haber estado a punto de ser agredido por una multitud. La integridad de la banda se volvió frágil ante cada inasistencia.

El cantante llegó a ir de gira con una maleta repleta de medicamentos: debía lidiar con el síndrome de Guillain-Barré, problemas cardíacos, insomnio y la deshidratación derivada de un ritmo de vida errático. La salud precaria era reflejo directo de sus excesos y su indisciplina.
El costo de su "pereza" y de sus adicciones no fue solo reputacional, también económico y geográfico. Diomedes Díaz llegó a ser declarado persona non grata en varias ciudades, como Cali y Sincelejo, y su nombre quedó vetado de escenarios donde antes era aclamado.
Los problemas legales derivados de demandas por alimentos y compromisos judiciales incumplidos devinieron en deudas millonarias que absorbían gran parte de sus regalías.
En 1998, temiendo que el artista no volviera a grabar, Sony Music lanzó el álbum 30 Grandes Éxitos, logrando un récord de ventas con un millón de copias comercializadas, pero el movimiento fue interpretado como una reacción ante la crisis personal y la incertidumbre sobre el futuro de la carrera del “Cacique”.
El 20 de diciembre de 2013, Diomedes Díaz brindó en Barranquilla el que sería su último concierto, apenas dos días antes de su muerte. Presentó el disco La Vida del Artista, visiblemente agotado, y ofreció disculpas al público por su estado: “Estoy amanecido, por Dios, estoy amanecido”, reconoció desde el escenario del Trucupey.
Vestido con su característica camisa, apenas pudo completar el repertorio clásico esperado por sus seguidores, necesitó sentarse en varias ocasiones y recibió el apoyo constante de sus coristas.
Al cerrar la noche, el cantante pronunció una frase que muchos interpretaron como una despedida definitiva: “Les prometo que no me volverán a ver”. El domingo 22 de diciembre, Diomedes Díaz fue encontrado muerto en su casa de Valledupar, dejando atrás una vida marcada por el talento y un costo profesional irreparable fruto de sus adicciones y desorden personal.