Colombia
Silvestre Dangond vibra en Valledupar: el Festival Silvestrista 2025 reafirma su legado con música, pasión y tradición vallenata.
Publicado:
Por: María Paula Vargas Rodríguez
Creativa Digital
El corazón del vallenato volvió a latir con fuerza este fin de semana en Valledupar, y no fue por cualquier motivo: el Festival Silvestrista —que culmina hoy, 1 de junio— se ha consolidado como uno de los eventos musicales más importantes de Colombia, no solo por su magnitud, sino por lo que representa en la vida y obra de Silvestre Dangond.
Más allá de los conciertos multitudinarios, las caravanas y la emoción desbordada de sus seguidores, el festival reafirma algo profundo: Silvestre no es solo un artista; es un fenómeno cultural con raíces sólidas y un vínculo afectivo inquebrantable con su público.
Desde su primera edición, el Festival Silvestrista se pensó como un homenaje mutuo: del artista a su gente, y de su gente al artista. Hoy, más de veinte años después de su irrupción en la escena vallenata, Dangond no solo ha modernizado el género, también ha creado una comunidad emocional, un ejército de seguidores que lo acompaña como a un hermano mayor. La “familia silvestrista” no es una etiqueta vacía: es una identidad.
En esta edición 2025, la más ambiciosa hasta ahora, el festival sirvió de plataforma para el lanzamiento en vivo de El Último Baile, su nuevo álbum. Durante tres noches consecutivas, el Parque de la Leyenda Vallenata vibró con los temas inéditos y los clásicos que han acompañado generaciones. Las experiencias sensoriales, los homenajes al fallecido compositor Omar Geles, y la ya tradicional Caminata Silvestrista reafirmaron que aquí no solo se canta: se celebra una historia compartida.
Silvestre, que comenzó su carrera sorteando críticas por su estilo irreverente, ha logrado ganarse un lugar de respeto en el vallenato y en la música latinoamericana. Su éxito no ha sido lineal, pero su capacidad de reinvención, su disciplina y su conexión directa con el público lo han mantenido vigente, amado y esperado. En sus conciertos no solo se canta: se llora, se recuerda, se vuelve al pueblo.
Lo que ocurre en Valledupar durante el Festival Silvestrista trasciende lo musical. Es un acto de resistencia cultural, un encuentro con las raíces y un espejo del afecto de un artista por su tierra. Silvestre se entrega sin reservas, y el público le responde con fidelidad casi religiosa. El legado, así, no es un concepto abstracto: se siente, se vive y se canta.
Y mientras suena la última nota esta noche en el Parque de la Leyenda, una cosa queda clara: el vallenato tiene dueño de escena, y el pueblo silvestrista tiene una voz que lo representa. No hay baile final cuando el corazón sigue latiendo.