Colombia
Con el paso de los años, narradores y realizadores han revelado los rincones secretos, ritmos y desafíos sociales que convierten a la ciudad en un referente cultural irresistible.
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Por: Juan Manuel Arias Montenegro
Creativo Digital
La imagen de Cali, una de las principales urbes de Colombia, ha sido moldeada en buena medida por la literatura y el cine.
A través de estas expresiones artísticas, la capital del Valle del Cauca emerge con rostros múltiples: escenario de tradiciones culturales, enclave de movimientos sociales y epicentro de fenómenos urbanos complejos.
En el contexto de su cumpleaños, Olímpica Stereo comparte una visión de los escritores y cineastas que han explorado en sus obras la esencia caleña, sus contrastes, sus tensiones y sus bellezas.
Uno de los primeros cronistas en retratar Cali fue Jorge Isaacs en su novela María de 1867, en la que el Valle del Cauca aparece como paisaje romántico, bucólico y fértil.
Aunque la Cali urbana de hoy difiere de ese entorno, la obra dejó una huella duradera en el imaginario sobre la región.
En el siglo XX, Andrés Caicedo aportó una mirada radicalmente distinta, pues en su novela ¡Que viva la música! de 1977, muestra una ciudad atravesada por la rebeldía juvenil, la influencia extranjera y el vértigo de la modernidad.
La protagonista, María del Carmen Huerta, recorre una Cali en la que la música, la fiesta y la cultura popular actúan como fuerzas vitales y en la que Caicedo y el colectivo literario “Los Dialogantes” introdujeron una visión urbana, fragmentada y cruda, lejos de idealizaciones pasadas.
El cuento El Atravesado de Fernando Cruz Kronfly, incluido en la recopilación Mi sangre aunque plebeya de 1978, aborda la violencia urbana, la marginalidad y los cambios en la estructura social caleña durante la segunda mitad del siglo XX.
En esta obra, Cali se convierte aquí en un espacio de contradicciones: vitalidad creativa e intensificación de los conflictos sociales.
En la poesía, la generación de autores ligados al movimiento Nadaísta, como Jotamario Arbeláez, sumó tono irreverente y crítico, retratando una ciudad atrapada entre la modernidad y el desencanto.
El cine también ha contribuido de manera decisiva a construir la imagen de Cali. El llamado Grupo de Cali o Caliwood, activo desde la década de 1970, produjo una serie de películas independientes que rompieron esquemas tradicionales en el panorama audiovisual colombiano, en los que Carlos Mayolo y Luis Ospina fueron dos referentes clave.
¡Oiga, vea! de 1972, codirigida por Mayolo y Ospina, explora las contradicciones de Cali durante los VI Juegos Panamericanos, en la que la ciudad, expuesta ante los ojos del mundo, revela su desigualdad, sus habitantes y sus prácticas cotidianas.
El documental Agarrando pueblo de 1978 critica la explotación de la miseria urbana por parte de los medios, mostrando la percepción externa de Cali como un lugar marcado por el conflicto y la pobreza.
En la ficción, Carne de tu carne de 1983, dirigida por Carlos Mayolo, emplea el horror para representar las secuelas de la violencia en la ciudad y la región.
Por su parte, Luis Ospina en “Pura sangre” (1982) satiriza las élites caleñas y explora el impacto del narcotráfico en la sociedad local.
El cine contemporáneo mantiene este interés por la ciudad con obras como Pariente de 2016, aunque ambientada en un área rural cercana, retrata la relación de Cali con su entorno y refleja la transformación de la región.
La Playa D.C. de 2012, dirigida por Juan Andrés Arango, aunque centrada en Bogotá, presenta a personajes afrodescendientes desplazados desde Cali, enfatizando el fenómeno migratorio y el papel de la ciudad como punto de partida de diversos procesos sociales.
La literatura y el cine han mostrado a Cali como una ciudad de múltiples rostros. Ha pasado de ser descrita idílicamente en paisajes románticos, a figurar como escenario de las luchas urbanas, la modernización, la violencia y las expresiones culturales alternativas.
El retrato caleño en ambas artes destaca la influencia de la música, el baile, la migración y la resistencia, lejos de una visión homogénea.