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En su primer gran discurso, el nuevo Papa llamó al fin de los conflictos y propuso diálogo entre los líderes mundiales.
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Por: Michele Odarba
Creativo Digital
El papa León XIV se estrenó con fuerza en la escena internacional. Este 14 de mayo, durante un encuentro en el Aula Pablo VI del Vaticano con los participantes del Jubileo de las Iglesias Orientales, el sumo pontífice pronunció una de sus frases más contundentes hasta la fecha: “¡Que callen las armas!”.
En un discurso marcado por la urgencia, León XIV pidió que se detuvieran los conflictos y se abriera paso al diálogo entre los pueblos. “Con el corazón en la mano, digo a los responsables de los pueblos: encontrémonos, dialoguemos, negociemos”, dijo ante los representantes de diversas comunidades católicas de Oriente, muchas de las cuales viven en zonas sacudidas por la guerra, el exilio y la pobreza.
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Su llamado no fue solo una súplica espiritual, sino también una propuesta concreta: el Papa ofreció la mediación de la Santa Sede para facilitar encuentros entre enemigos. Una invitación directa a los líderes mundiales para abandonar la confrontación y optar por la vía de la palabra.
El mensaje estuvo cargado de empatía y reconocimiento hacia los cristianos orientales, especialmente aquellos que aún resisten en países como Siria, Ucrania, Líbano y otras regiones en conflicto. León XIV destacó su resiliencia, al decir que “a pesar de las pruebas, siguen brillando por la fe, la esperanza y la caridad”.
También recordó que muchos de estos pueblos viven hoy en el exilio, lo cual los enfrenta a un doble riesgo: la pérdida de su tierra y la de su identidad religiosa. Citando al papa León XIII, quien en 1894 escribió la carta Orientalium dignitas, el pontífice reafirmó la necesidad de proteger las tradiciones litúrgicas y culturales de estas Iglesias, muchas veces olvidadas por la comunidad internacional.
“El Oriente cristiano tiene mucho que enseñarle al mundo”, insistió León XIV. Lo que se vive en estas comunidades no es solo una cuestión geográfica o política, sino un testimonio vivo de espiritualidad y resistencia que enriquece a toda la Iglesia católica.
El Papa fue enfático en su llamado: “A los poderosos les digo: callen las armas”. Con esas palabras, pidió dejar atrás las visiones maniqueas del mundo que dividen a las personas entre buenos y malos. En lugar de enemigos, propuso ver al otro como alguien con quien es posible construir soluciones.
“El enemigo no es el otro. El verdadero enemigo es la guerra misma”, expresó con firmeza.
Este mensaje, pronunciado apenas semanas después de su elección como sucesor de Pedro, marca un tono claro para su pontificado: un liderazgo pastoral con un enfoque global, centrado en la reconciliación, la justicia y la paz.
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En un momento histórico lleno de tensiones geopolíticas y conflictos armados, la voz del papa León XIV se eleva como un eco necesario. Su llamado a apagar las armas y encender el diálogo es más que una postura diplomática: es un acto de valentía moral.
Con este primer gran discurso, el nuevo Papa no solo mostró su sensibilidad hacia las Iglesias orientales, sino también su intención de ejercer un papado activo y comprometido. Un liderazgo que no le teme a los desafíos del presente y que reconoce que el verdadero poder está en tender puentes.
La paz no es un sueño ingenuo. Es una decisión valiente. Y León XIV ha decidido alzar la voz para recordárnoslo.