Colombia
La cotidianidad en Colombia está marcada por prácticas y rituales que, para visitantes internacionales, resultan insólitos y fascinantes por igual.
Publicado:
Por: Juan Manuel Arias Montenegro
Creativo Digital
En redes sociales, el creador de contenido Rafael Solano generó conversación tras publicar un video sobre hábitos y curiosidades que solo ocurren en Colombia.
Sus reflexiones ponen sobre la mesa prácticas culturales, expresiones idiomáticas y tradiciones que, aunque son cotidianas para los habitantes del país, resultan extrañas para extranjeros.
Colombia suele sorprender a quienes la visitan por detalles que rompen con lo esperado, pues por tradición, en algunas regiones, los habitantes disfrutan de hormigas culonas, consideradas un manjar ancestral y consumido como snack.
En las cafeterías de todo el país, pedir un “tinto” no implica ordenar vino, sino café negro, popular a cualquier hora del día.
Una de las costumbres gastronómicas más llamativas relatadas por Solano es la tradición de tomar chocolate caliente con queso, pues el creador señaló que aunque los colombianos lo consideran normal, la práctica resulta insólita para la mayoría de personas en el resto del mundo, incluso, el creador invitó a quienes lo cuestionan a probarlo antes de opinar.
También mencionó la costumbre de agregar banano a la sopa, otro rasgo que suele causar desconcierto fuera del país: “Reconozco como colombiano lo raro que puede ser, pero pruébenlo”, afirmó Solano en su video.
En Colombia los gestos y las fiestas populares también se cargan de particularidades. Por ejemplo, el conocido “saludo del altiplano” combina un apretón de manos con un toque en el hombro, consolidando un vínculo físico difícil de encontrar en otras partes.
Medellín resalta por el carácter de sus habitantes, los “paisas”, cuya entonación y cultura marcan diferencias notorias incluso entre compatriotas.
En el calendario nacional destaca el Día de la Velita, una celebración multitudinaria cada 7 de diciembre, cuando familias y vecinos iluminan calles con faroles y velas para dar inicio a la Navidad.
Otro evento icónico es la Feria de las Flores de Medellín, en la que los “silleteros” portan arreglos florales de grandes dimensiones y colores llamativos en las espaldas.
El país se distingue por su biodiversidad, con aves y plantas exóticas únicas en el continente.
En la costa Caribe, colgar altavoces en buses y tiendas para escuchar música a alto volumen se ha convertido en un rasgo habitual.
Los platos típicos, como el sancocho, una sopa espesa servida como plato principal, y la ruana, prenda tradicional usada incluso en climas cálidos, completan este retrato de costumbres autóctonas.
Solano resaltó otra curiosidad lingüística adoptada por los colombianos: decir “en ocho días” o “en 15 días” para referirse a una semana o dos, cuando el conteo exacto sería de siete y 14 días, respectivamente.
El lenguaje popular colombiano cuenta con decenas de palabras y expresiones propias que reflejan la creatividad y el humor local.
Ejemplos como “bagre” para referirse a una persona poco agraciada, “gadejo” para las ganas de molestar, “ñapa” al pequeño regalo recibido al hacer una compra, o “teso” para alguien habilidoso o fuerte, son apenas una muestra. Expresiones como “nos pillamos” para despedirse, “hágale” para animar a hacer algo, o el uso de sobrenombres como “cachaco” y “paisas” refuerzan la identidad nacional.
Las costumbres y el lenguaje que describe Solano, lejos de ser simples rarezas, son parte esencial del patrimonio cultural colombiano.
La capacidad para inventar palabras, apropiarse de tradiciones ancestrales y transformar lo cotidiano en motivo de orgullo nacional explica, en buena medida, el magnetismo que el país ejerce sobre quienes lo conocen.