Colombia
Con clásicos, fusiones modernas y una emoción palpable, el artista samario encabezó la gran celebración por los 500 años de Santa Marta.
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Por: Equipo de redacción
El mar se iluminó, las palmas se movieron al ritmo de la brisa y la música lo llenó todo. Santa Marta, la ciudad más antigua de Colombia, celebró su cumpleaños número 500 con una fiesta que difícilmente se olvidará.
Y quién mejor para liderar esta serenata que Carlos Vives, el hijo ilustre de esta tierra. En la Playa Los Cocos, rodeado de samarios, artistas invitados y el majestuoso Buque Gloria encendido con los colores de la bandera, Vives ofreció más que un concierto: entregó una carta de amor a su ciudad natal.
“Te soñé tantas veces, Santa Marta”
Con esas palabras arrancó la noche, mientras en las pantallas aparecían imágenes del videoclip de 500 años, la canción que Vives compuso especialmente para esta celebración.
Vestido de blanco y con la energía intacta a sus 63 años, el samario se movía por la tarima con una mezcla de emoción, orgullo y gratitud. Su voz, que durante décadas ha sido puente entre lo tradicional y lo moderno, se unió a miles de voces que coreaban cada letra, cada estrofa, como si se tratara de una oración compartida.
La velada empezó con La Perla y Ella es mi fiesta, himnos que evocan la esencia caribeña. Pero lo que vino después fue un recorrido por la historia viva de Santa Marta.
Vives invitó al escenario a glorias del Unión Magdalena como La Puya Zuleta y Tito Gómez, y rindió homenaje a sus raíces guajiras con canciones como Pa Mayte, La Cachucha Bacana y El Cantor de Fonseca. También se escuchó el legado de Egidio Cuadrado con Carito, y el acordeón del rey vallenato arhuaco Ricardo Villafañe llenó el aire con La Tierra del Olvido.
Una de las apariciones más emotivas fue la de su hija Elena Vives, con quien cantó Cumbiana, reafirmando que esta historia también es familiar.
"Los samarios somos hijos de la diversidad" —Carlos Vives
Con esa frase, el artista presentó a Niña Pastori, la cantante española que, entre flamenco y vallenato, recordó la conexión entre dos mundos: Europa y el Caribe colombiano.
Juntos interpretaron Sombra Perdida, Fruta Fresca y una versión inolvidable de La Cumbia de Todos. También estuvo presente Gloria Izquierdo, representante del pueblo arhuaco, quien interpretó parte de la canción 500 años en lengua ancestral, en un gesto simbólico de unión y reconocimiento.
Después del homenaje de Vives, el Grupo Niche subió al escenario para poner a bailar a los asistentes con su sabor salsero. Canciones como Una Aventura y Buenaventura y Caney fueron coreadas con fuerza, en un encuentro entre el Caribe y el Pacífico que también forma parte de la historia de Santa Marta.
El cierre fue de Elder Dayán, quien agradeció el cariño de la ciudad que lo recibió cuando daba sus primeros pasos como artista.
La logística fue monumental: tribunas, pantallas, fuegos artificiales, y hasta plataformas sobre la arena para que todos pudieran vivir la experiencia. Pero al final, lo que se impuso fue la emoción.
Más que un show, fue un acto de amor. Un reencuentro de Santa Marta con su gente, su música y su historia. Una celebración que reafirma lo que Carlos Vives gritó al final, con voz temblorosa y el corazón en la garganta:
“Yo me quedo en Santa Marta”.