Colombia
Cuando la enfermedad llega, también lo puede hacer la fe. Ora, cree y reclama la sanidad de Dios en tu vida.
Publicado:
Por: María Paula Vargas Rodríguez
Creativa Digital
Las enfermedades, a veces, nos afectan a nosotros o a nuestras familias. ¿Qué hacer? Esa es la gran pregunta. Sin embargo, hay algo que sí podemos hacer: podemos orar, entregarle nuestras cargas a Dios y pedir por sanidad.
Jesús dice:
Cualquier cosa que pidan en mi nombre, yo la haré; así será glorificado el Padre en el Hijo. (Juan 14:13)
¡Cuánto más si pedimos por la sanidad de alguien a quien amamos o sobre nuestra propia vida!
Según la Real Academia Española, un milagro se define como “un hecho no explicable por las leyes naturales y que se atribuye a una intervención sobrenatural de origen divino.” En un mundo donde habita la enfermedad, donde existen antibióticos, pero incluso ellos y los médicos a veces no alcanzan… Dios sí puede llegar.
Según el libro de Isaías, capítulo 53, versículo 4, Jesús fue a la cruz a morir también por nuestras enfermedades, para romper su poder en nuestra vida y ofrecernos sanidad:
Ciertamente él cargó con nuestras enfermedades y soportó nuestros dolores, pero nosotros lo consideramos herido, y soportó nuestros dolores, pero nosotros lo consideramos herido, golpeado por Dios y humillado. Él fue traspasado por nuestras rebeliones y molido por nuestras iniquidades. Sobre él recayó el castigo, precio de nuestra paz, y gracias a sus heridas fuimos sanados. (Isaías 53:4-5)
El plan de Dios no es que vivamos enfermos, ni que llevemos una vida de sufrimiento. Entrégale tu vida a Él y reclama la sanidad que te ha otorgado a través de su obra de amor.
Por otro lado, Jesús nos dejó una enseñanza que, al mismo tiempo, es una verdad muy poderosa: orar con otros.
Esto les digo: Si dos de ustedes se ponen de acuerdo aquí en la tierra para pedir algo en oración, mi Padre que está en el cielo se lo dará. Porque donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos. (Mateo 18:19-20)(Mateo 18:19-20)
Súmate a orar con otras personas. Dios nos promete que, si nos ponemos de acuerdo para pedir algo, Él lo hará. Mientras tanto, recuerda que no hay dolor que Él no comprenda; Jesús fue probado en todo. Él entiende tu sufrimiento.
Dios, hoy vengo a presentarte mi vida y la de mi familia. Vengo a reconocer que tú eres Dios, que Jesús vino a la cruz a morir por mis pecados, para salvarme y darme sanidad. Yo te reconozco como mi Señor y Salvador. Asimismo, te presento mi enfermedad, mi prueba. Tú dices que, si pido en tu nombre, lo harás para que seas glorificado. Por eso, hoy vengo a pedirte por mi sanidad (o la sanidad de mi ser querido). Reconozco que solo de ti viene el poder para sanar. Yo creo en tu obra en la cruz y la declaro sobre mi vida. Gracias porque sé que tus planes son buenos para mi vida y porque en ti tengo mi sanidad. En tu nombre, Jesús, oro. Amén.