Colombia
Explora los pueblos mágicos de Boyacá con opciones para todo tipo de viajeros, desde aventureros hasta quienes buscan tranquilidad.
Publicado:
Por: Equipo de redacción
Boyacá, a solo horas de Bogotá, es uno de los destinos más completos y acogedores de Colombia. Con paisajes, historia, arquitectura colonial y gastronomía, ofrece opciones para todos, desde aventureros en busca de ecoturismo hasta quienes prefieren la tranquilidad de sus pueblos históricos.
Uno de los grandes atractivos de Boyacá son sus pueblos, cada uno con su propio encanto y una rica herencia cultural. Villa de Leyva, probablemente el más conocido, es un verdadero refugio para quienes aman la arquitectura colonial.
Su Plaza Mayor, una de las más grandes de Latinoamérica, rodeada de casas blancas con techos de teja roja, invita a perderse en sus museos, o a disfrutar de sus cafés al aire libre. Además, sus festivales, como el Festival de Luces o la Semana Santa, atraen cada año a miles de turistas.
Otro pueblo que destaca en Boyacá es Monguí, un pequeño rincón de arquitectura colonial que parece sacado de un cuento. Famoso por la fabricación de balones, Monguí es un destino para los amantes de la historia y la naturaleza. También destacan el Puente de Calicanto y el Páramo de Ocetá, famosos por sus majestuosos frailejones.
Por su parte, Ráquira es una explosión de color y creatividad. Conocida como la "ciudad de la cerámica", sus calles están llenas de tiendas que venden artesanías en barro y cerámica. En sus coloridas fachadas, los visitantes pueden ver el trabajo de generaciones de artesanos que han transformado el barro en verdaderas obras de arte.
Pero no todo es belleza natural en Boyacá. Su importancia histórica es incuestionable, y un recorrido por sus monumentos permite entender mejor la lucha por la independencia de Colombia. El Puente de Boyacá, considerado el "altar de la patria", es el lugar donde se libró una de las batallas más importantes de la historia del país, el 7 de agosto de 1819. En sus cercanías, la Monumental Batalla resuena en los relatos de los guías turísticos.
La Catedral Basílica Metropolitana de Tunja, que data de 1566, también es un punto de referencia obligado. Esta iglesia, la más antigua de Colombia, es una joya arquitectónica que mezcla estilos renacentistas y barrocos, y cuyo interior guarda secretos del pasado colonial.
En una visita a Boyacá no puede faltar una experiencia gastronómica que refleje la riqueza de la región. La mazamorra chiquita, una sopa espesa a base de maíz, carne y verduras, es un plato tradicional que destaca por su sabor reconfortante. Otro imperdible es el cocido boyacense, un guiso que combina carne, tubérculos y legumbres, representando la esencia de la cocina local. Además, las arepas boyacenses, suaves y acompañadas de queso y cuajada, son un clásico que nunca pasa de moda.
En los pueblos de Boyacá, los visitantes también pueden disfrutar de bebidas típicas como la chicha, una bebida fermentada de maíz que se sirve en reuniones sociales y festividades.
Con más de trescientas mil hectáreas de páramos, que corresponden al 20% del total nacional, este territorio es un refugio para la biodiversidad, hogar de especies de flora y fauna únicas. Los parques nacionales como el de El Cocuy, con sus imponentes nevados, ofrecen rutas de trekking.
En Cuitiva, por ejemplo, el Lago de Tota, el más grande de Colombia, seduce a quienes buscan serenidad y paisajes de película. Sus aguas cristalinas y las arenas blancas que lo rodean hacen de este lugar un espacio perfecto para la práctica de deportes acuáticos o simplemente para disfrutar del paisaje.