Colombia
Colombia convierte su historia de independencia en una experiencia turística viva que une a más de 40 municipios en seis departamentos, con Boyacá como eje de memoria, desarrollo y orgullo nacional.
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Por: Equipo de Redacción
Redacción Digital
Desde el Puente de Boyacá, aquel símbolo de libertad grabado en la memoria de los colombianos, un nuevo capítulo se abre para el país. Ya no se trata solo de conmemorar la independencia en los libros o las plazas cada 7 de agosto, sino de recorrerla, sentirla, saborearla y vivirla en carne propia. Así nace la Ruta Libertadora, un proyecto turístico que transforma 206 años de historia en un viaje sensorial por caminos, montañas y pueblos que alguna vez pisó el Ejército Libertador.
Se trata de una ambiciosa estrategia liderada por el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, con el apoyo de Fontur y la organización OpEPA. Con una inversión superior a los $3.400 millones, esta ruta se convierte en una apuesta real por el turismo cultural, sostenible y con identidad, beneficiando directamente a más de 12.000 prestadores de servicios turísticos y conectando a comunidades enteras con el desarrollo.
No podía ser de otra forma: Boyacá es el eje de esta ruta. Con 18 municipios involucrados, el departamento reafirma su papel protagónico en la historia del país. Municipios como Ventaquemada, Socha, Paipa o Duitama no solo fueron escenarios clave de la gesta libertadora, ahora también son destinos vivos, llenos de experiencias que combinan patrimonio, naturaleza y tradición.
El secretario de Turismo de Boyacá, Richard Pulido, lo resume con entusiasmo:
“Gracias al liderazgo del gobernador, quien ha hecho del turismo un eje estratégico de desarrollo, hoy se consolida este gran sueño. Ya avanzamos en priorizar siete municipios como parte del primer tramo de implementación”.
Además, Boyacá aporta un modelo único de gobernanza turística, basado en consejos provinciales, que permite una articulación efectiva entre gremios, empresarios y alcaldías.
A lo largo de los 500 kilómetros que recorre la Ruta Libertadora, los viajeros encontrarán 80 experiencias turísticas diseñadas con criterios de sostenibilidad, calidad y pertinencia histórica. Cada una es una puerta al pasado desde lo sensorial, lo cotidiano y lo humano.
Desde caminar por antiguos senderos del Ejército Libertador hasta participar en talleres de cocina tradicional, observar aves en paisajes emblemáticos, escuchar relatos comunitarios en plazas y museos o recorrer monumentos como si se viviera en el siglo XIX. La historia se convierte en experiencia transformadora.
Durante el evento de lanzamiento, los asistentes vivieron una muestra inmersiva en el Ciclorama del Puente de Boyacá, donde personajes históricos, sabores de época y expresiones artísticas recrearon la atmósfera del siglo XIX. Un recorrido que fue, literalmente, un viaje en el tiempo.
Más de 800 personas han participado en el diseño y validación de la ruta. No se trata de imponer un producto, sino de tejerlo con las voces del territorio, para que las comunidades sean protagonistas del relato y beneficiarias de su impacto económico.
Este enfoque participativo también busca garantizar la inclusión de mujeres, jóvenes y emprendimientos comunitarios, generando un modelo turístico sostenible y replicable, que conecte el orgullo por lo propio con oportunidades reales de desarrollo.
El viceministro de Turismo, Jhon Ramos, lo expresó así:
“El proyecto es casi un símbolo: demuestra cómo la historia sigue escribiéndose desde los territorios, cómo la identidad puede convertirse en oportunidad económica, y cómo el turismo puede ser una herramienta para la paz”.
Además de las experiencias, la Ruta Libertadora cuenta con una marca propia y un Pasaporte Simbólico, una herramienta lúdica y promocional que invita a los visitantes a conocer, explorar y sellar su paso por cada municipio del recorrido.
Con esta iniciativa, Colombia da un paso firme hacia un turismo con sentido: donde el pasado no se queda en las estatuas, sino que camina con los visitantes, se saborea en la comida, se escucha en las historias locales y se convierte en esperanza para miles de familias.