Colombia
Desde el corazón del Cesar hasta la Plaza de San Pedro, los “Cantores del Vallenato” llevaron el folclor colombiano ante el Papa León XIV, demostrando que la música también puede ser un camino de paz y esperanza.
Publicado:
Por: Equipo de Redacción
Redacción Digital
El sonido alegre del acordeón, la caja y la guacharaca rompió el silencio solemne de la Plaza de San Pedro.
Entre miles de asistentes, una nota diferente se elevó en el aire romano: era el vallenato, nacido en el Caribe colombiano, que por primera vez llegaba al corazón del Vaticano.
Los protagonistas de este momento histórico fueron los “Cantores del Vallenato”, un grupo infantil de Agustín Codazzi, Cesar, formado en la Casa Lúdica, bajo la dirección del profesor Jhon Guerrero.
Jóvenes entre los 12 y 15 años que con disciplina, pasión y orgullo, llevaron su música ante el Papa León XIV, quien no ocultó su emoción al escuchar las melodías del folclor colombiano.
El viaje de estos niños no fue casualidad.
Detrás de su actuación en Roma hubo meses de preparación y un trabajo conjunto del Ministerio de Relaciones Exteriores, el Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes, la Embajada de Colombia en Italia, la Embajada ante la Santa Sede y la Consejería Cultural en Roma.
También se sumó el apoyo decidido de la Alcaldía de Agustín Codazzi y la Casa Lúdica, un semillero que ha cambiado la vida de muchos jóvenes del Cesar.
“En la Plaza de San Pedro, los niños cantores de Codazzi llevaron el sonido del vallenato hasta el corazón del Vaticano”,
celebró la Embajada de Colombia en Italia en sus redes sociales, destacando el poder transformador del arte.
Entre los protagonistas están los hermanos Salvatore y Santiago, quienes con su voz y acordeón conquistaron al público.
Ellos, como muchos niños del Cesar, crecieron en una región marcada por la violencia, pero encontraron en la música un camino de esperanza.
Su presentación fue mucho más que un concierto.
Fue una muestra de identidad, orgullo y resiliencia.
Cada nota del acordeón habló de un país que sigue creyendo en el poder del arte para unir y sanar.
“El vallenato no es solo ritmo, también es una herramienta de reconciliación y paz”, expresó un representante de la Embajada, resaltando que este intercambio cultural deja huella más allá del escenario.
El momento más emotivo llegó cuando el Papa León XIV, con una sonrisa sincera, se acercó a los pequeños músicos.
Aplaudió, agradeció y compartió con ellos un gesto que pocos olvidarán.
En ese instante, el vallenato colombiano sonó más universal que nunca.
Días después, los “Cantores del Vallenato” ofrecieron otro concierto ante más de 40.000 personas en Italia, consolidándose como verdaderos embajadores del arte colombiano.
Desde Codazzi, el alcalde Hernán Eduardo Baquero Rodríguez expresó su orgullo:
“Estos niños nos representan con alegría. Son ejemplo de lo que se logra cuando la cultura se convierte en prioridad.”
El vallenato, declarado Patrimonio Cultural e Inmaterial de la Humanidad, volvió a cruzar fronteras.
Esta vez, de la mano de una nueva generación que demuestra que la música no tiene edad ni fronteras.
En el Vaticano, el sonido del Caribe colombiano se mezcló con la solemnidad de Roma.
Y allí, entre aplausos y sonrisas, quedó claro que el acordeón también puede ser un instrumento de paz.