Colombia
La negación de la visa no solo representa una pérdida económica, también un golpe emocional para muchos colombianos como Lorena Ruiz.
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Por: Juan Manuel Arias Montenegro
Creativo Digital
Para muchos colombianos, la negación de una visa a Estados Unidos es una experiencia profundamente frustrante.
Pues, no solo representa la pérdida de una oportunidad anhelada, también una sensación de injusticia, desilusión y una considerable inversión de tiempo y dinero sin un retorno, pues la incertidumbre y la percepción de que las oportunidades se limitan pueden generar estrés, ansiedad e incluso afectar la autoestima debido a la estigmatización; sin embargo, en medio de estos obstáculos, la resiliencia se convierte en una herramienta clave, animando a explorar otras alternativas.
Una de estas historias de perseverancia y frustración se viralizó recientemente en TikTok, compartida por Lorena Ruiz que en su relato analizó las razones detrás de sus tres negaciones de visa a Estados Unidos, ofreciendo una perspectiva honesta sobre los nervios, la actitud y el papel, a veces subestimado, de la personalidad en el proceso de entrevista. “La tercera es la vencida”
Ruiz comenzó su relato con optimismo, pues a pesar de estar aún "deprimida" por la última negación, describió un proceso inicial inusualmente fluido: consiguió la cita en menos de una semana, la toma de foto y huellas (CAS) fue rapidísima, y el día de la entrevista, el clima en Bogotá era perfecto: "Yo dije hoy es el día, la tercera es la vencida", comentó con esperanza.
Sin embargo, Lorena hizo una aclaración crucial sobre su personalidad: es extremadamente introvertida y le cuesta defenderse o explicarse cuando está bajo presión, aunque sea muy competente en su trabajo.
El día de la entrevista, tras una fila de cientos de personas, le tocó una cónsul mujer, algo que deseaba tras haber sido entrevistada por hombres en las dos ocasiones anteriores, pero el problema, como ella misma admitió, fue ella.
El primer error, según Lorena, ocurrió al acercarse a la ventanilla, pues por un momento, esperó a ser llamada, recordando erróneamente un protocolo.
Cuando se acercó, la cónsul hablaba sin mover la boca, y una traductora, ubicada detrás, era quien formulaba las preguntas en español, un detalle que la confundió.
"El motivo de mi viaje es porque me gustaría conocer la ciudad de Nueva York y porque me gustaría conocer Central Park, Times Square", respondió Lorena a la primera pregunta, mientras su mente luchaba por procesar quién le hablaba.
Los nervios la dominaron por completo, por lo que la traductora le pidió que repitiera la última parte, confirmando que Lorena hablaba "de volada".
La pregunta que selló su destino fue la segunda y última: "Fecha exacta del viaje a España", pero Lorena admitió que no retiene esa información con facilidad y aunque sabía que había viajado a España de enero a febrero de 2024, los nervios la hicieron dudar.
Su mente, como el "cerebrito de Bob Esponja tirando papeles", buscaba la fecha exacta, cuestionándose por qué se la pedían si no estaba en el formulario.
En medio de la confusión, dijo: "Enero, febrero del 2014", pero al escuchar la traducción se dio cuenta del error: "No, perdóname, es 2024".
En ese instante supo que la cónsul la vio y pensó: "Esta vieja no sabe ni dónde está parada", a pesar de que toda su información en el formulario era "correcta y real", como por ejemplo, trabajo estable de 8 años, viajes a más de seis países, dominio del inglés, el nerviosismo la traicionó.
"La clave para todas las entrevistas es la actitud y la seguridad", reflexionó Lorena, observando cómo otras personas con perfiles menos "sólidos" obtenían la visa solo por su confianza: "No hay preparación para esto", agregó, a pesar de haber practicado y estudiado a fondo.
Lorena concluyó que, en su caso, los nervios le "ganan demasiado" cuando se trata de defenderse o explicar cosas de sí misma.