Creadora de contenido argentina radicada en Bogotá expuso extraño intento de estafa: la acusaron de ser “vendedora de droga”
A través de TikTok se conoció la historia de Micaela Sposetti con una mujer que insistió en que le mostrara su teléfono, acusándola de robarle clientes en su negocio ilegal.
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Por: Juan Manuel Arias Montenegro
Creativo Digital

Bogotá es conocida por su cultura, su gastronomía y su gente, pero también, lamentablemente, por ser un escenario recurrente de estafas y robos que afectan tanto a residentes como a visitantes.
En este contexto, la creadora de contenido argentina, Micaela Sposetti, que reside en Colombia, compartió una experiencia tan extraña como preocupante que vivió en las calles del norte de la ciudad.
Su relato, que se conoció a través de un video en TikTok, detalló una curiosa estrategia utilizada por una mujer para intentar robarla, acusándola de ser la culpable de una supuesta disminución en sus ingresos por la venta ilegal de drogas.
Un encuentro inesperado
Según narró Sposetti, la situación ocurrió poco después de su llegada a Colombia, dado que "tendría dos semanas acá".
Ella vivía cerca de la popular Zona T, específicamente por la Calle 85 con Carrera 15, un sector exclusivo y concurrido, por lo que un día, mientras caminaba por la Carrera 15, una mujer joven y notablemente más alta que Micaela, se le acercó con una actitud "muy buena onda".
La mujer le preguntó si sabía dónde había algún parque cercano, razón por la que Micaela, recién llegada y conociendo poco la zona, le mencionó el Parque El Virrey, el único que recordaba.
La conversación tomó un giro inesperado cuando la mujer, con aparente inocencia, le lanzó una pregunta aún más extraña:
"¿Vos no sabés si ahí venden marihuana?"
Micaela, sorprendida y asegurando no consumir ni ser de la zona, le respondió que no tenía idea, sugiriéndole que se diera una vuelta y quizás encontraría a alguien.
La acusación descabellada y el cambio de actitud
Lo que comenzó como una interacción aparentemente inofensiva rápidamente se tornó en un momento tenso, pues la mujer cambió su expresión y su tono, revelando que en realidad ella misma se dedicaba a la venta, aunque Sposetti inicialmente pensó que le quería vender algo. Micaela intentó seguir su camino, sintiendo que la conversación no le agradaba, pero la mujer la detuvo.
"No te vayas, no sabés qué pasa en mi zona”, le dijo la extraña que comenzó a quejarse de que sus ingresos por "este negocio, esta empresa", habían caído drásticamente de "tres o cuatro millones al mes" a menos de un millón.
Micaela, aunque sin entender del todo la situación, se sintió incómoda, pero curiosa por saber a dónde podría llegar la conversación. La mujer continuó insistiendo:
“Seguramente hay alguien que me está cagando el negocio porque no puede ser, no puede ser que de un día para el otro los números cambien así”.
Fue entonces cuando la acusación directa llegó:
“Yo sé que sos vos la que me está robando el negocio”.
Micaela relató su incredulidad pensando que la mujer creía que ella estaba vendiendo drogas en su territorio y robándole clientes:
“Amiga, discúlpame, pero te estás recontra remil equivocando, yo no vendo, o sea, no tengo cara de vendedor”.
La exigencia del teléfono y la huida estratégica
La situación escaló aún más cuando la mujer le exigió que le diera su teléfono, a lo que Micaela se negó rotundamente, calificando la petición de "ridícula" y sintiendo cómo su paciencia se agotaba:
“No te voy a dar mi teléfono”.
A pesar de estar en una calle concurrida, llena de locales y gente, la mujer no cesaba en su intento, interponiéndose en el camino de Micaela.
“Sí, mostrame, porque seguramente ahí tenés todas las charlas con los clientes”, pero Micaela firme le dijo que la conversación había terminado y que no le mostraría su teléfono.
La mujer, entonces, le planteó una nueva exigencia:
“Vamos a hacer una cosa, voy a ver a mi jefe, me vas a acompañar unas cuadras para allá, hablar con él, él te va a hacer unas preguntas y ahí vamos a ver si me estás diciendo la verdad”.
Ante esta clara señal de peligro, Micaela se negó rotundamente:
“Amiga, no voy a ir a ningún lado con vos, no te voy a acompañar, no voy a ir con tu jefe, no te voy a responder ninguna pregunta porque no soy la persona que estás buscando. No me rompas los huevos”.
En ese momento, comenzó a caminar rápidamente, pero la mujer la siguió, y lo más alarmante, empezó a chiflar, por lo que el sonido alertó a Micaela, que temió que otros cómplices pudieran aparecer.
Con ingenio y rapidez, Sposetti buscó una salida y al estar cerca de Unilago, se metió y permaneció allí un rato, dando vueltas, hasta que la situación se calmara y la mujer se fuera. Después, tomó un par de desvíos antes de regresar a su casa para asegurarse de "despistar al enemigo".