Colombia
La actriz confesó el motivo detrás de una decisión que marcó su relación y dejó ver el lado más humano del comediante.
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Por: Michele Odarba
Creativo Digital
Desde su debut en 1977, la pareja formada por Roberto Gómez Bolaños, más conocido como “Chespirito”, y la actriz Florinda Meza protagonizó una de las historias más impactantes de la televisión latinoamericana. Su unión, que duró casi cuatro décadas, estuvo marcada por un gesto de amor tan valiente como sacrificado: decidieron no tener hijos juntos. Esta es la historia detrás de esa elección.
Roberto Gómez Bolaños llegó a la vida de Florinda Meza en 1977, cuando ya estaba casado con Graciela Fernández y era padre de seis hijos. Meza se unió al equipo de producción y, poco a poco, se convirtió en una figura clave dentro de su vida personal y profesional. Sin embargo, la relación comenzó en medio de un escenario complejo: él, casado; ella, consciente de esa situación.
Florinda soñaba con ser madre, pero Roberto se había sometido a una vasectomía antes de conocerla. Ella propuso revertirla, y él explicó su decisión de no hacerlo en términos muy sinceros: “Un hijo mío, amándome como me amaba, sería su adoración, y él no podría con la culpa de amar menos a los otros”. En otras palabras, prefirió evitar que un nuevo hijo generara celos o desigualdad de afecto entre sus descendientes.
La renuncia de Florinda significó una expresión profunda de amor. Ella confesó: “Sacrificar eso por nuestra relación fue una prueba de amor”. A pesar de ceder su deseo de maternidad, nunca perdió su fortaleza emocional. Su entrega fue total durante los 27 años que convivieron antes de casarse en 2004, cuando él ya tenía 80 años.
Desde entonces, esta decisión se convirtió en tema de debate. En redes sociales resurgieron declaraciones de Meza sobre los hijos de Gómez Bolaños, a quienes alguna vez calificó como un “problema y un defecto”. Sin embargo, él mismo lo aclaró en tono cariñoso: “Tengo seis hijos maravillosos. ¿Cómo puede pensar uno que son defectos?”. El desencuentro fue más mediático que real.
El vínculo entre ambos perduró incluso tras la muerte del comediante en 2014. Ella siguió destacando la complicidad que vivieron, reconociendo que habían encontrado al “amor verdadero”. Amaron sin retoños, pero construyeron una familia de afecto recíproco, respeto y trabajo conjunto.
La historia de Chespirito y Florinda Meza redefine lo que significa amar y formar una familia. Su decisión de no tener hijos juntos revela una madurez emocional impresionante: el valor de proteger el bienestar de los hijos ya nacidos, el respeto por los sentimientos de todos los involucrados y la capacidad de amar sin necesidad de un lazo biológico. Como dijo el propio Roberto, el miedo de amar “menos” a los demás le impidió tomar un camino convencional, pero cimentó un vínculo que duró hasta su muerte.
Al final, esa elección silenciosa de no tener hijos resuena como una lección tangible: amar también es renunciar, proteger y honrar lo que ya existe.