El arte de mantener vivas tus flores

Nada alegra más un espacio que un ramo de flores frescas. Sin embargo, su belleza es tan fugaz como encantadora. Lo que pocos saben es que, con un par de trucos caseros, se puede alargar su vida y disfrutar de su colorido por muchos más días. ¿El secreto? Azúcar, vinagre y algo de ciencia floral.

Carla Muñoz, florista argentina con más de una década de experiencia, compartió un método tan simple como efectivo:

El azúcar nutre a las flores, mientras que el vinagre actúa como un escudo contra las bacterias que las marchitan.

Esta mezcla mágica puede duplicar la duración de un ramo si se cambia el agua cada dos días.

Pero ahí no termina el asunto. El corte del tallo es casi un ritual. Andrés Figueroa, florista chileno, insiste en que este paso no debe tomarse a la ligera:

Siempre hay que cortar en un ángulo de 45 grados y con cuchillas adecuadas, nunca tijeras de cocina. Y mejor si se hace bajo el agua, para evitar que el aire bloquee la absorción.

El entorno también importa. Las flores, como muchas bellezas, son sensibles. Laura Sánchez, ingeniera agrónoma experta en floricultura, advierte que la luz directa, el calor o incluso la cercanía con frutas pueden acelerar su descomposición.

El etileno que liberan las frutas envejece a las flores más rápido. Es mejor ubicarlas en un espacio fresco, lejos de ventanas o cocinas.

Y un consejo más: no llenes el jarrón hasta el tope. Demasiada agua favorece la proliferación de bacterias. Menos es más, también en el cuidado floral.

En resumen, si quieres que ese ramo especial —ya sea de rosas, jazmines o tulipanes— te acompañe por más tiempo, recuerda esta fórmula: agua limpia, corte estratégico, un toque de azúcar y vinagre, y un rincón fresco del hogar. Pequeños actos que no solo preservan la flor, sino que honran su efímera belleza.