Colombia
Entre montañas, aromas y tradición, este pueblo del Quindío se convierte cada junio en el epicentro de la Fiesta Nacional del Café, una celebración imperdible en Colombia.
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Por: Equipo de Redacción
Redacción Digital
A solo siete kilómetros de Armenia, cuando los cafetales se tornan más verdes y el aire comienza a oler a fiesta, aparece Calarcá.
Es un municipio de origen campesino y alma poética, enclavado en el corazón del Eje Cafetero, y este año volvió a estar en boca de todos. ChatGPT lo posicionó como uno de los mejores destinos turísticos para visitar a mitad de año en Colombia. ¿La razón? La Fiesta Nacional del Café.
En 2025, Calarcá celebra su aniversario 139 de fundación con la realización de la Fiesta Nacional del Café, que está en curso entre el 13 al 30 de junio.
No es exagerado decir que en junio, Calarcá late con más fuerza. Las calles se llenan de música, color y gente. Es una ciudad que celebra su esencia: la cultura cafetera, la creatividad artesanal y una identidad colectiva que ha resistido el paso del tiempo con orgullo.
Desde 1960, cuando surgió esta celebración como símbolo de unidad y esperanza, la Fiesta Nacional del Café ha sido el escenario perfecto para homenajear no solo al grano que mueve la economía de la región, sino a las personas que lo cultivan con dedicación.
La Carrera 25 se convierte en pasarela de cultura viva. El Desfile del Yipao, declarado Récord Guinness en 2006, es quizás el más esperado. Cientos de Jeep Willys, cargados hasta lo imposible, rinden homenaje al transporte que sustituyó a las mulas en las trochas cafeteras.
Las categorías —trasteo tradicional, pique, carga de café— no solo premian la destreza, también despiertan sonrisas y aplausos a su paso.
Pero la fiesta no se detiene ahí.
El Reinado Nacional del Café, otro ícono de esta celebración, exalta la belleza y el conocimiento de candidatas que representan distintas regiones del país. La ganadora no solo se lleva una corona: se convierte en embajadora de Colombia en el Reinado Internacional del Café, que se realiza en Manizales.
Al mismo tiempo, en el anfiteatro Polideportivo El Cacique o en las ferias al aire libre, se mezclan la catación de café, los concursos de arte popular y las exposiciones de emprendimientos locales.
El aroma del grano tostado, el sonido de las rajaleñas y la calidez de los anfitriones convierten a Calarcá en un lugar difícil de olvidar.
Pero Calarcá no vive solo de su fiesta. Su geografía privilegiada lo convierte en un paraíso para los amantes de la aventura.
En el cerro El Castillo, el parapente regala vistas que cortan la respiración: desde las alturas se distinguen tres departamentos —Quindío, Risaralda y Valle del Cauca— bajo un mismo cielo.
Los vuelos, acompañados por pilotos certificados, ofrecen una experiencia tan serena como vertiginosa.
El río Barragán también se presta para el turismo activo. Kayak y rafting de bajo riesgo permiten que familias enteras se sumerjan en la naturaleza sin complicaciones.
Y si de descanso se trata, las fincas cafeteras de la zona abren sus puertas para mostrar cómo el grano pasa del árbol a la taza, en un ritual que mezcla historia y sabor.
Conocida como la “cuna de los poetas”, Calarcá lleva en sus venas una vocación artística que se manifiesta durante todo el año, pero que en junio encuentra su máxima expresión.
Encuentros folclóricos, concursos de chirimía, exhibiciones de marroquinería y tejidos en guasca de plátano o fique son solo una muestra del talento local que no quiere —ni necesita— importar nada de afuera.
Visitar Calarcá en junio es mucho más que asistir a una feria. Es conectarse con el alma de una región que ha aprendido a convertir su tradición en motor de desarrollo y su paisaje en escenario de orgullo.
No sorprende que una inteligencia artificial lo recomiende. Lo sorprendente es que aún haya quienes no lo conocen.
¿Y tú, ya programaste tu viaje al corazón del café?